La incógnita de qué va a pasar en Cuba si cae Nicolás Maduro, el hombre incrustado por los hermanos Castro en Caracas, o todo el chavismo, tiene en vilo a los cubanos y muy nerviosa a la cúpula dictatorial. Nadie tiene idea de cómo se podría enfrentar la pérdida de subsidios por $10,000 millones de dólares anuales y del 66% del petróleo que consume el país.
Y no es para menos. Todavía el autócrata venezolano sigue en su puesto y ya Caracas redujo sus entregas de petróleo a la isla de 100,000 barriles diarios a 53,000, según informó Reuters, y el régimen tuvo que recortar hasta en un 50% el suministro de combustible a las empresas estatales, y reducir de 130 a 85 litros mensuales de gasolina las cuotas asignadas a generales, coroneles y otros altos oficiales del MINFAR y del MININT. También se han tomado drásticas medidas para no encender los aires acondicionados en las oficinas, y para mantener las luces apagadas de noche, etc.
El presidente chavista parece tener por ahora suficiente respaldo militar, y cuenta con el apoyo logístico, estratégico y de inteligencia de La Habana, pero si continua agravándose la falta de alimentos, medicinas, artículos de consumo de todo tipo, y la progresiva paralización de la planta industrial y comercial venezolanas, el protegido de los Castro no tiene un futuro muy promisorio.
La situación podría hacerse insostenible y la cúpula chavista podría sacrificar a Maduro, culparlo de manejar mal la crisis y sustituido por otro jerarca “bolivariano”.
Un infiltrado muy especial
Y ahí está el detalle. Maduro es muy especial para el castrismo. En Venezuela daban por seguro que el heredero de Hugo Chávez sería su compañero golpista (1992) Diosdado Cabello. Pero Fidel y Raúl Castro le “sugirieron” que designara a Maduro, quien en los años 80 estudió marxismo-leninismo en La Habana. Allí se integró a la inteligencia del MININT y comenzó a trabajar en el Departamento América, entidad castrista de subversión comunista en Latinoamérica.
De salir Maduro del Palacio de Miraflores, dado el bajo precio del petróleo, con toda probabilidad el nuevo gobierno chavista reduciría aún más la entr
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ega de petróleo a la isla y también recortaría la transferencia de “cash”, aunque mantuviese a miles de médicos cubanos en Venezuela. Y si la oposición llega al poder los subsidios desaparecerían.
En Venezuela todo se agrava porque los jefes militares que trasiegan drogas y le roban al Estado no quieren soltar el poder. Y, claro, La Habana los “orienta” a que masacren a la gente en las calles si es necesario, pues si la oposición llega al poder ellos irán a cárceles venezolanas, o de Estados Unidos.
La nación sudamericana es ya un volcán a punto de hacer erupción. Es muy difícil hacer pronósticos. Y no habrá una solución justa con el diálogo que impulsa el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero –conocido simpatizante del chavismo que además se mueve en aviones de PDVSA– que sirve para que Maduro gane tiempo, adormezca a la oposición, engañe al mundo y evite la realización del referendo en 2016.
No más tíos dadivosos
En cuanto a Cuba, ya de ningún sombrero mágico va a aparecer otro mecenas dadivoso que mantenga a los Castro. China y Rusia son “hermanos solidarios”, pero con el billete por delante, o con el compromiso de que el gobierno pague de alguna forma lo que le prestan o venden. Ni Moscú, ni Pekín regalan nada. Además, cayó la ex guerrillera Dilma Rousseff en Brasil, hay un gobierno de derecha en Argentina, otro en Paraguay, y muy pronto habrá otro en Perú. Y ni Angola, ni Ecuador, ni México, ni Irán, obsequian petróleo.
¿Cómo podría Cuba comprar internacionalmente los millones de barriles anuales de petróleo que le regala Maduro? ¿Cómo suplir los miles de millones de dólares faltantes? Por ejemplo Importar los 37 millones de barriles de crudo que le regalaba Maduro hasta hace poco le costaría al régimen unos $1,850 millones de dólares. Y si sólo comprase 20 millones de barriles tendría que pagar casi $1,000 millones y se paralizaría parcialmente el país.
Sin combustible suficiente y sin subvenciones, la producción industrial, el comercio, el transporte, la agricultura y toda la economía se afectarían dramáticamente. La improductiva economía cubana apenas produce mercancías vendibles para obtener divisas. En 2015 el valor de las exportaciones cubanas de bienes fue de apenas $3,900 millones. En cambio, la pequeña vecina República Dominicana exportó bienes por $9,523 millones. Maravillas del socialismo.
La poca exportación de bienes de Cuba es siempre aliviada por la explotación –que no exportación– de médicos y otros profesionales cubanos en Venezuela, a quienes les confiscan el grueso de sus salarios. Eso en 2015 le permitió al régimen hacer importaciones por valor de 13,500 millones de dólares. De acabarse esa esclavitud Cuba tendría que recortar drásticamente sus importaciones. ¿Y el turismo qué?
Como Cuba produce muy poco tampoco puede comprar a no ser que le regalen dinero. Volverían las noches medievales con apagones de 14 horas y la tiradera de piedras contra vidrieras y ventanas, que esta vez podrían llevar cierto olor a desestabilización política.
Nuevo ‘período especial’
Tales circunstancias colocarían a los Castro en la disyuntiva de ampliar el sector privado, o agravar el nuevo “período especial” que está comenzando, lo cual conduciría a una situación política y social grave, y podría desatar un nuevo Mariel que acabaría con la política complaciente de Washington hacia la dictadura.
Cuba necesitaría que se aumenten las transferencias de divisas desde EE.UU, que ya en 2015 ascendieron a $6,634 millones, según la consultora The Havana Consulting Group, sumando las remesas y los bienes enviados o llevados a Cuba por los viajeros desde territorio norteamericano. Esa cifra quintuplicó los ingresos netos que dejó el turismo, y casi duplicó el valor de las exportaciones de bienes cubanos.
El régimen tendría que levantar muchas trabas a los cuentapropistas y permitir que importen bienes de capital y materias primas, y que los profesionales presten sus valiosos servicios por su cuenta. Tendría que moderar los ataques a Washington para facilitar que el Congreso levante el embargo.
Por otra parte, quienes en la nomenklatura miran hacia China y Vietnam tendrían su oportunidad. La dirigencia postmaoísta instauró un capitalismo de Estado (“socialismo de mercado en las condiciones chinas”) capitaneado po
r Deng Xiaoping, quien tambié ordenó la masacre de los manifestantes en la Plaza Tiananmen, en 1989.
Capitalismo con terror comunista
El sector privado chino hoy genera el 71% del PIB, pero en el poder sigue el mismo Partido Comunista represor que fusiló o mató de hambre a más de 60 millones de personas en 27 años (1949-1976). En Vietnam, con el “Doi Moi” (“Renovación”) se liberaron las fuerzas productivas. Hoy es la economía que más crece en Asia, pero la represión política sigue intacta.
Esa simbiosis de capitalismo con terror comunista fascina a muchos generales y jerarcas del castrismo, que quieren volverse millonarios como los dirigentes comunistas chinos.
Pero Fidel Castro no quiere que la Junta Militar pierda un ápice del control patológico que tiene de toda la sociedad cubana y aún mantiene una influencia muy retrógrada en el Partido Comunista, entre los dinosaurios de la Sierra Maestra. Raúl es su principal fanático, y si bien controla todo el poder, nunca se opondrá a su hermanito.
Los cuentapropistas no tendrían la misma libertad que en China, pero a causa de los Castro. No comparto la tesis de que el modelo chino no es aplicable a Cuba por razones culturales, históricas, o por su cercanía a EE.UU. El capital, la propiedad privada y el libre mercado no tienen nacionalidad ni ideología política. Y en materia de controles y represión política el castrismo le puede dar lecciones a Pekín y Hanoi.
¿Tendrán los hermanos de Birán una carta secreta bajo la manga por si sucumben Maduro, o todo el chavismo? No lo creo. Gústeles o no, cualquier plan B que tengan los Castro dependerá de los “gusanos” en el exterior, de Estados Unidos y de aflojarle la mano al sector privado.
Nunca los Castro harían nada en beneficio de los cubanos, pero esta vez estarían obligados a mover fichas en el tablero estalinista. Es cuestión de vida o muerte para la dictadura misma.
(Alvarez Quiñones es periodista y escritor radicado en el sur de California. Durante más tres décadas ha publicado artículos sobre el curso de la economía mundial. Es un experto en temas internacionales, con énfasis en asuntos cubanos).
Publicado en:https://cubanosporelmundo.com/blog/2016/07/11/plan-b-cuba-cae-maduro/
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