MIAMI, Estados Unidos.- Tras haberse ordenado mantenerlos en secreto hasta 2027, en Brasil se han revelado los secretos escondidos tras el dinero que dio Dilma Rousseff al régimen cubano para la construcción del megapuerto de Mariel.
En junio de 2012 el entonces ministro de Desarrollo brasileño, Fernando Pimentel, había rubricado el decreto para sellar los documentos con la justificación de que las negociaciones involucraban cláusulas de confidencialidad sobre datos bancarios de ambos países.
Sin embargo, apelando a la Ley de Acceso a la Información, el diario Folha de Sao Paulo ha descubierto en una investigación por qué, a diferencia de los datos sobre la ayuda que brinda a otros 90 países de Áfica y Latinoamérica, Brasil mantuvo los de Cuba y Angola en secreto.
Una decisión judicial ordenó publicar los documentos, y la revelación fue que el gobierno de Rousseff, y antes el de Lula da Silva ?ambos del izquierdista Partido de los Trabajadores?, desoyeron las recomendaciones de sus expertos otorgando subsidios y términos extremadamente generosos con La Habana. El alto riesgo financiero hizo que fueran los contribuyentes brasileños quienes subvencionaran el megapuerto en la isla comunista.
Folha reconstruyó el proceso de negociaciones consultando las actas de las reuniones del Comité de Financiamiento y Garantía a las Exportaciones (COFIG) y telegramas enviados desde la embajada de Brasil en La Habana hasta la propia cancillería del país sudamericano, así como entrevistando a participantes en las conversaciones, quienes pidieron anonimato.
La viabilidad del proyecto en Cuba había sido puesta en duda por los técnicos de COFIG, debido al embargo estadounidense.
Ya la oposición brasileña había denunciado las irregularidades cometidas por el gobierno del PT para financiar las obras del Mariel, que corrían a cargo de la constructora Odebrecht.
Bajo los mandatos del PT, la financiación de Brasil a Cuba escaló de 90 millones de dólares (que contemplaban además un préstamo para alimentos y otro para autobuses urbanos y de turismo aprobados por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso) a 1 340 millones de dólares, incluidos los empréstitos del BNDES y subvenciones del Banco de Brasil.
Para el proyecto, Cuba ofreció como garantía los ingresos futuros del puerto y quería mantener el dinero en la isla, mientras que COFIG quería el depósito en el extranjero, de modo que Brasil pudiera recuperarla en caso de incumplimiento por la parte cubana.
Lula cedió ante la exigencia de La Habana, y dio el visto bueno al millonario préstamo. Sin embargo, la presión política ejercida para asignar fondos a los proyectos de Odebrecht en Cuba terminó generando un creciente malestar en el área técnica del Gobierno brasileño, acentuado tras la llegada de Dilma Rousseff a la presidencia.
Para pagar el préstamo Cuba recibió un plazo de 25 años (el plazo normal es de 12 años), más largo que ningún otro que haya concedido el banco estatal, así como tasas arbitrariamente bajas de interés.
Folha revela que las tasas de interés aplicadas a los préstamos para el puerto cubano oscilan entre 4,4 % y 7,1 % anual, para un promedio de 5,1 %. Pero los contratos de BNDES con empresas nacionales tienen un interés mínimo de 6% anual.
Estos intereses habrían sido mayores si el Gobierno no hubiese destinado subsidios. La Tesorería brasileña aprobó en casi todos los financiamientos destinados a Cuba, incluyendo los de Mariel, una tasa de “ecualización” del 2,5 % por medio de PROEX (Programa de Apoyo a las Exportaciones, administrado por el Banco de Brasil). En total, Folha calcula que el proyecto del Mariel consumió 167 millones de las arcas públicas brasileñas.
Debido al historial crediticio particularmente malo del régimen cubano, los técnicos brasileños consideraban frágiles las garantías de préstamo. En aquel momento, además, Cuba debía 11 000 millones de dólares a acreedores extranjeros.
Pero el PROEX permitía ?hacer la salvedad?, dado que los créditos del BNDES están garantizados por el Fondo de Garantía a la Exportación (FGE), vinculado a la Tesorería de Brasil. No obstante, para obtener el aseguramiento del FGE es preciso pagar una prima y proporcionar garantías adicionales que minimicen los riesgos.
Las cuatro primeras entregas brasileñas de dinero para financiar las obras en Mariel serían garantizadas por La Habana con los ingresos de las exportaciones cubanas de productos de tabaco (entonces de unos 230 millones de dólares anuales).
Concluye el diario brasileño que, si bien el puerto de contenedores inaugurado en 2014 por Dilma y Raúl Castro tuvo un comienzo prometedor, hoy en día opera al 40% de su capacidad y su viabilidad sigue siendo una incógnita, incertidumbre reforzada luego de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.
Publicado en:https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/megapuerto-del-mariel-oscuros-secretos-de-una-riesgosa-inversion/
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