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La nueva burguesía cubana se pasea orgullosa.



Se presupone que el ideal socialista proclamado por la revolución castrista incluye en primer término la eliminación total de la burguesía, otra es la realidad al cabo de 55 años, los nuevos ricos se pasean por la isla, mostrando orgullosos su bien diferenciado nivel de vida, al compararse con la mayoría de la población.

Llegaron las vacaciones de verano y, al igual que el pasado año, las oficinas de reservaciones dedicadas al turismo, están vendiendo excursiones a Varadero, el principal polo turístico nacional, antes reservado a los extranjeros, ahora abierto a los cubanos dentro de la llamada “apertura” impulsada por el actual gobernante Raúl Castro.

Datos publicados por Granma, el periódico oficial del Partido Comunista de Cuba, reportaron unos 5000 vacacionistas nacionales en la aquí reconocida como “la playa más linda del mundo”, la cifra superó el 20 % del total de visitantes en el área durante la temporada 2013, este año los directivos del MINTUR esperan mucho más.

Los autos modernos, con aire acondicionado, se parquean frente a las tiendas, asombrando a los miles de transeúntes cuando ven apearse de su interior a personas de apariencia similar a ellos, evidentemente sus compatriotas. Tal estatus era imposible de observar décadas atrás porque los altos dirigentes disfrutaban de sus cotos cerrados, sólo alguna que otra celebridad de la cultura o el arte calificaba como excepción, con el beneplácito de la población.

Ahora es diferente, se trata de los hijos y nietos de una extendida burocracia, atrincherada en el poder en su condición de herederos de quiénes iniciaron la proclamada “revolución socialista” hace más de medio siglo. Esta gente exhibe con descaro lo que sus padres disimulaban, aquí lo llaman especulación, una palabra equivalente a ostentar en público el poder adquisitivo aplastando a los demás.

El tema alcanza a las escuelas, sobre todo en la fase secundaria, cuando los chicos y chicas viven la adolescencia, matizada por los primeros amores y el deseo de lucir bien. Los nuevos ricos llevan la ventaja con sus motocicletas, autos nuevos, ropa de marca y dinero fuerte en los bolsillos.
Vienen sumándose a estos “hijos de papá y mamá” los representantes de una auténtica burguesía, respaldada por el éxito temporal en los nuevos negocios creados a partir de las reformas raulistas, hay restaurantes capaces de competir con los más lujosos establecimientos estatales, brindando inclusive mejor servicio.

Entre tanto, los viejos que un día arriesgaron su vida en las llamadas misiones internacionalistas como soldados y oficiales de poco rango, rumian su fracaso en los parques, acompañados de los humildes maestros de escuela, junto a otros muchos trabajadores sencillos, apegados a sus exiguos salarios o el más insignificante aún dinero de la jubilación.

A veces el orgullo les impide reconocer la realidad, en otros casos la gritan a voz de cuello, definitivamente desencantados de quiénes le prometieron un paraíso de igualdad y ahora desaparecerán, dejándoles la herencia de una sociedad marcada por la creciente diferencia de sus niveles de ingresos, buena parte de tal riqueza ganada a partir de la corrupción y los privilegios de una mejor ubicación dentro del entramado político.

La mayoría de las personas siente que han sido estafadas, la revolución socialista quedó atrás, una nueva burguesía impera en la Cuba de hoy.

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