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Los muertos olvidados de La Guerra de Angola


Falta mucho por conocerse sobre la guerra de Angola -1975-1991-. Si se prolongó dieciséis años, fue porque Fidel Castro, en vez de concentrarse en fortalecer la economía cubana, prefirió dirigir guerras ajenas desde su mesa de despacho, para crear dos, tres Viet Nam, como dijera el Che Guevara, en ese continente africano. El Comandante en Jefe siempre vio su poder político como un campo de batalla, no un cargo para hacer próspero el país. Por eso la historia lo hizo quedar mal. Ya como presidente, Eduardo dos Santos ofreció espacio para todos y puso en práctica una política de reconciliación, no sólo para los que habían abandonado el territorio, sino hasta con el propio ejército anticomunista de Savimbi. Puso en práctica una economía de mercado para desarrollar el país, tal como ha hecho Viet Nam y no se equivocó. Hoy Angola se encuentra entre las diez economías de mayor crecimiento del mundo y es el primer productor de petróleo de Africa. El 19 de agosto de 2005, más de
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24 mil angolanos fueron repatriados a Luanda, mientras que a La Habana, sin mucha resonancia, regresaban nuestros muertos. Sus nombres quedaron en el frío mármol del Parque de la Libertad, en la ciudad de Petroria, donde un monumento les rinde homenaje póstumo. A Soldados cubanos en Angola Una crónica del colega José Antonio Fornaris, publicada el 1ro de marzo de 2007, en la página de CubaNet, aclara que desde un principio, como en muchas otras guerras de Fidel Castro, la ayuda cubana se realizaba de forma secreta. Según el testimonio de un marino, entrevistado por Fornaris, tanto el cargamento de armas, así como los soldados, se llevaban escondidos en las bodegas del los buques Aghata y El Jigüe, ya que las disposiciones internacionales prohibían el traslado de armas y tropas en buques mercantes. ¿No les recuerda ese hecho a lo ocurrido al barco Chong Chon Gang, de Corea del Norte, cuando en julio del 2013, fue interceptado en Panamá por llevar desde La Habana un gran

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cargamento bélico oculto bajo 200 mil sacos de azúcar, a pesar de que el país comunista está sujeto a sanciones por parte de la ONU? Otro de los hechos más dolorosos de la guerra angolana aún no se ha aclarado: se trata del fusilamiento de tres jóvenes cubanos: Anselmo Medina Sotolongo, de 23 años, sargento, Luis Valle Rodríguez, de 21, recluta y José Manuel Pérez Agüero, de 23, recluta. La primera vez que se supo fue 1989, cuando Ricardo Bofill Pagés, el indiscutible líder de los Derechos Humanos en Cuba, lo denunció en una conferencia ante el Club Nacional de Prensa, en Washington. Muertos cubanos regresan a casa Muertos cubanos regresan a casa Han transcurrido más de dos décadas de aquella conferencia y todavía el régimen castrista no ha explicado las razones de aquel extraño crimen. ¿Querían esos jóvenes recién salidos de la adolescencia, regresar a Cuba, desertar de una guerra, ajena para ellos? ¿Por qué José E. dos Santos, afianzado en el poder gracias a tanto
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s muertos, tampoco ha aclarado esto, posiblemente el capítulo más oscuro de la guerra de su país, donde murieron dos mil 700 cubanos entre militares, adolescentes del Servicio Militar Obligatorio y civiles? Sobre la llamada ¨epopeya de Angola¨, pudiéramos preguntarnos si valió la pena que una pequeña isla empobrecida, situada a 14 mil kilómetros de Angola, se quedara sin esos hijos en su mayoría jóvenes, muchos de los cuales lucharon sin saber por qué lo hacían. Recuerdo a un amigo que me confesó, que al llegar a Luanda, fue que supo a lo que iba a ese país y que siempre pensó que la guerra terminaría, cuando Suráfrica se retiró, en 1976. Pero Fidel Castro quiso continuarla y siguió enviando hombres y armas. Contó Gabriel García Márquez, en su crónica Operación Carlota, que había tantos barcos cubanos en la bahía de Luanda, que un día Agostinho Neto se asomó a una ventana y al verlos, exclamó muy preocupado: ¨A este paso, Cuba se va a arruinar¨. Y Cuba se arruinó.


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