A un costado del teatro La Caridad, el llamado Malecón de Santa Clara es un lugar de encuentro de redes informales de jóvenes, la versión local de las llamadas "tribus urbanas" que se extienden por toda la Isla.
A decir del sociólogo francés Michel Maffesoli (1944), "se trata de grupos de entre 12 y 20 años que cubren las ciudades, recuperan las relaciones humanas y erigen sus normas propias".
El consumo cultural, y principalmente la música que disfrutan, distingue en la Isla a un grupo de otro. Están los "rockeros", divididos en metaleros, punkis, nuevos metaleros, hippies y friques; los emos, incondicionales del rock emocional; los mikis, volcados en la electroacústica, disco y trova; y los "reparteros", seguidores del reggaetón, el hip hop, el rap y la timba.
El Malecón los acoge a todos, también a aquellos que no abrazan una identidad específica.
"Realmente no hay muchas opciones para los jóvenes. Aquí te encuentras con
Siguenos en facebook haciendo click en "Me Gusta" ---> |
gente que a lo mejor no tienen mucho que ver contigo, pero haces vida social", dijo Rafa, un joven trabajador de 23 años, acomodado en el suelo.
Las tendencias han surgido por la emergencia de identidades nuevas entre "una población joven y adolescente que necesita distinguirse", dijo la psicóloga Isabel Socorro, profesora de la Universidad Marta Abreu de Las Villas (UCLV), quien dirigió una investigación al respecto.
Alrededor de 300 jóvenes deambulan las noches de viernes a domingo y ya tienen sus espacios definidos.
De acuerdo con el estudio de Socorro, mikis, reparteros y emos se unen en esencia por "preferencias estéticas, musicales y de entretenimiento". Mientras, la afición al rock acumula años de resistencia frente a la política oficial que durante décadas los consideró "desviados ideológicos" y "contrarrevolucionarios".
"Nos diferenciamos de todos los demás en filosofía, vestuario, género musical, la forma de hablar y de comportarse ante la sociedad", dijo Alejandro, rockero y estudiante tercer año de Electrónica del Instituto Politécnico Lázaro Cárdenas del Río en Santa Clara.
"Tenemos una filosofía más calmada, menos conflictiva y más centrada en nosotros mismos", consideró.
Hace ya varios años recaló en la Isla una estética de cabellos lisos, negros, rubios o rojos, con peinados con un largo cerquillo que cubre la mitad del rostro y, en algunos casos, los dos ojos. En Cuba le llaman "bistec" a ese corte de pelo.
"Nos basamos en los sentimientos. Somos muy unidos y hacemos de la amistad una hermandad", dijo Lila, una emo de 18 años.
Sobre las posibles causas del rechazo hacia su grupo por otras tribus, la joven, que aspira a estudiar Letras en la UCLV, dijo: "Los varones 'emo' son más mal vistos en la sociedad. Dicen que son flojitos, pero para nada".
Los emos contrastan con el estereotipo del cubano "alegre, optimista,
un poco machista, conquistador", dijo la especialista en Psicóloga educativa Yasbel Suárez.
De raíces más autóctonas, los reparteros surgieron con la timba: género rápido y violento dentro de la salsa que marcó la producción musical cubana de finales de los 90. Escuchan "ritmos bailables, contagiosos, pegajosos, ricos…" y "están muy ligados a las modas", señaló una joven que no quiso dar su nombre.
Hace poco los reparteros llegaron también al Malecón santaclareño. "Es cosa de gente humilde, que viven en barrios marginales, donde no hay tanta cultura", continuó la joven, sobre un grupo estereotipado por muchos como "violento y conflictivo".
Sin embargo, la agresividad simbólica o física centra a toda la diversidad de tribus y se refleja en sus estéticas: oscuras e imponentes de rockeros, andrógina en los emos, sobresaliente para los reparteros. Cada uno defiende su "diferencia" en un país que durante décadas trató de unificarlos a todos.
Publicado en:http://www.diariodecuba.com/cuba/1463415506_22412.html
Puedes dejar aqui tu comentario