Memorias de Lasa 2017
Luis Rondón Paz
HAVANA TIMES ? Debo confesar que la primera noche que pasé en la ciudad de Lima fue, para mí, un infierno; sentí como si en vez de estar en Perú, había regresado a Cuba 16 años en el tiempo, cuando residía en la residencia estudiantil de la Universidad de Oriente, donde compartí habitación y baño con personas totalmente desconocidas.
No tengo problema compartir una habitación con personas conocidas, pero este no fue el caso, no pude dormir. ?Pagué 12 dólares (casi 60 soles peruanos) por noche, en un hostal ubicado en el residencial barrio de Miraflores, que no se ajusta a mi forma de ser, ni a mi edad. No en un viaje al extranjero, ¡y no es justo! Tengo que buscar algo mejor, no importa que deba pagarlo de mi bolsillo?, reflexioné decidido a buscar pronta solución a mi problema.
En ese martirio me sorprendió la mañana y me apresuré a despertar a mi compañera de presentaciones, debíamos dar los ajustes finales a nuestra ponencia para LASA 2017 en el Colegio Pontificio de La universidad Católica de Lima. ?Es increíble, estoy en Perú?, comenté a mi colega con un poco entusiasmado mientras dábamos los toques finales a la presentación.
Por suerte, logramos terminar en tiempo nuestra ponencia y salimos del hostal en busca de uno de los hoteles más cercanos, ya que la organización de LASA garantizó transporte gratuito de ida y regreso desde los hoteles donde se ubicaron algunos de los cubanos que obtuvieron becas, además de participantes de otros países que pudieron pagarse el hospedaje.
?Ojalá y no haya problemas a la hora de subir al bus,? decía para mi interior. Yasmín me comentó que el día anterior hubo varias quejas en las redes sociales asociadas a ese tema, por lo que solo estaban solicitando en algunos casos la carta de invitación de la conferencia para abordar al ómnibus. Pensé que tendría problemas para abordar, porque no lograba encontrar en mi teléfono el correo con la carta en formato digital. Por suerte no hubo problemas, nadie nos preguntó por identificación alguna.
?Bueno, eso es buena señal?, pensé, y la mejor vino cuando recibo la noticia de que me habían otorgado una beca. Quedé alegremente sorprendido, y a partir de ese momento comencé a planear en cuál hotel me quedaría, porque estaba claro que yo no regresaría al hostal de mala muerte ni atado de pies y manos. ?En cuanto terminé mi presentación buscaré mi acreditación y averiguaré el destino de mi beca?, me dije resuelto a actuar.
La Mesa nuestra ?Ejercicios de auto-organización en el contexto latino americano: vulnerabilidades y potencialidades? fue un éxito; en el camino habíamos bromeado con la posibilidad de ser solo los integrantes de la mesa, las únicas personas presentes en las ponencias, y para nuestra sorpresa hubo más de las que creímos. Lamentablemente, no alcanzó el tiempo para debatir mucho con los visitantes.
Cuando terminaron las presentaciones nos dirigimos a una de las salas de acreditación para recibir nuestro diploma de participación y también para averiguar qué había sucedido con mi beca, lamentablemente me explicaron que había sido un error en el sistema, me dijo una de las organizadoras del evento.
Entonces, como yo estaba decidido a buscar otro lugar donde quedarme, pregunté si una de las colegas que viajó conmigo podía compartir su habitación conmigo. Me respondieron que sí era posible, lo único que debía dar era el correo electrónico y el nombre de la coordinadora de becas para LASA, y una declaración formal a la carpeta del hotel de la persona dispuesta a compartir su habitación conmigo.
Así hice.
Para no hacer largo el cuento, a las 6 de la tarde ya me había despedido del hostal de mala muerte donde dormí la primera noche; felizmente me encontré disfrutando de una suite de un hotel de lujo en el residencial barrio de San Isidro, bañado -porque no me había bañado el día anterior- , relajado y conectado a Internet.
Esa noche dormí como un bebé.
Continuará?
Publicado en:http://www.havanatimes.org/sp/?p=123808
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