La Catedral de Santa Clara es un templo de estilo neogótico consagrado a la patrona de esta ciudad, Santa Clara de Asís. No siempre tuvo este rango eclesiástico, ya que a su terminación, a principios de la década de los cincuentas, la ciudad no era sede episcopal. Por entonces la ocupaba Cienfuegos, ciudad portuaria a la que las autoridades vaticanas siempre tuvieron en mayor estima, al parecer por sus más claras posibilidades de desarrollo. No obstante, a inicios de los setenta monseñor Francisco Prego, obispo de la entonces diócesis de Cienfuegos que abarcaba a toda la antigua provincia de Las Villas, trasladó su residencia a Santa Clara. Con permiso de su Santidad Paulo VI se vino a vivir al antiguo convento de los hermanos pasionistas. En cuanto al sitio en que le correspondía oficiar, pidió también al Vaticano y se le concedió, que nuestra iglesia en cuestión fuera declarada con-catedral con la cienfueguera. Lo cual aconteció el 17 de diciembre de 1972, el III domingo de adviento, como consta en acta en la sacristía del templo. Su consagración definitiva como Catedral no ocurriría sin embargo hasta junio de 1995. Fecha en que de manera definitiva Santa Clara se convirtió en diócesis independiente; y monseñor Prego, en su primer obispo. ... toda catedral que se respete tiene sus leyendas, y esta
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(...) no podía ser la excepción Es sabido que toda catedral que se respete tiene sus leyendas, y esta, ubicada en la esquina de la calle de Marta Abreu y el callejón de Lubián, o de los carretoneros, no podía ser la excepción. Cuenta una de ellas de lo sucedido a posteriori del derribo la Parroquial Mayor en 1923. Esta iglesia, ya en bastante mal estado, había estado dedicada a la patrona santaclareña desde los primeros años del siglo XVIII. Se imponía en consecuencia erigirle un nuevo templo a Santa Clara de Asís. Fue así que durante el gobierno de Gerardo Machado, don Ángel Tudurí, cura párroco del templo demolido se fue a la capital en busca de la ayuda presidencial. Veterano de la Guerra del 95, no le costó demasiado esfuerzo al sacerdote entrevistarse con su antiguo compañero de armas y ahora Presidente de la República. Deseaba un terreno en el que erigir el templo que sustituyera al derribado, o el pago de lo que la municipalidad se había comprometido a entregarle a la Iglesia por esa acción; que en esto difieren las dos versiones que han llegado hasta mí. Mas Machado, a quien según ambas versiones ya las consecuencias del Crack del 29 le apretaban las clavijas, se negó a auxiliarlo. Contrariado, el antes mambí y ahora párroco le espetó al despedirse: “Santa Clara de Asís ya te cobrará este des
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aire”. El hecho es que antes del Concilio Vaticano II el día de la patrona de los santaclareños era nada menos que el 12 de agosto. Precisamente, y por si usted no lo sabe, el día de 1933 en que una huelga general espontánea del pueblo de Cuba terminó por tumbar del caballo al General Presidente. Como, por cierto, gustaban llamar a Machado sus guatacas más empedernidos del claustro de la Universidad de la Habana. Lo más valioso en términos artísticos que se conserva hoy en la Catedral son sus vitrales franceses, donados por pías familias villaclareñas. Desgraciadamente el más importante vitral y el retablo sobre un altar de mármol blanco, dedicado a Santa Clara de Asís, sus mayores orgullos, se perdieron en la convulsa década de los sesentas. Cuentan que el cura párroco de entonces los destruyó a ambos a martillazos. ¿Interpretación demasiado literal de lo establecido en el Concilio Vaticano II, o arranques de teólogo de la liberación en un cura muy dado a los trabajos voluntarios y la vigilancia cederista? Imposible responderlo a estas alturas. Por fortuna tan atrabiliario personaje hace ya mucho abandonó el sacerdocio. En su construcción no fueron empleados fondos públicos. Su obra se pagó por entero con dinero de la Iglesia, pero por sobre todo por la contribución de la feligresía de esta ciudad.
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