Aunque el IV Clásico Mundial Béisbol no le ha quitado el protagonismo al fútbol en las conversaciones de los amantes del deporte en la Isla, los aficionados hablan un poco más en estos días de pelota: "Cuba estaba de más ahí", "no hay pitcheo ni bateo", "Despaigne solo no puede ganar los juegos".
La polémica va más allá de lo que pudo hacer Cuba en el evento. En eso casi todos coinciden: nada. Sin embargo, algo impensable décadas atrás ahora parece un punto inevitable en cualquier discusión sobre el que aún llamamos "deporte nacional": la inserción de los peloteros residentes en Cuba en las Grandes Ligas, y la idea de que quienes juegan en Grandes Ligas puedan integrar la selección nacional cubana.
De eso conversan unos vendedores de libros en el espacio junto a la Casa de la Comedia en La Habana Vieja, frente a la Avenida del Puerto. "Imagínate, aquí hubo peloteros que no pudieron jugar más porque habían jugado en Grandes Ligas", dice un señor nacido antes de 1959.
Uno más joven cuenta una teoría que he escuchado antes: la fuga de los Gurriel fue en realidad autorizada por el Gobierno. "Demasiada casualidad que Yulieski haya jugado en Japón, tuviera problemas de disciplina, y aquí no quisiera jugar, pero lo llevaran al equipo Cuba". Le pregunto por qué piensa eso y responde: "escuchaste mal, dije 'autorizada por las Grandes Ligas', y se ríe. Me cuesta determinar si habla en serio o no.
Cuando les pregunto qué piensan de que quienes fueron considerados "desertores" y "apátridas" vuelvan a integrar el equipo cubano de béisbol, otro sesentón se levanta refunfuñando: "para mí son traidores, traidores".
Sus compañeros lo miran, me miran y sonríen. Mientras, otro señor veterano pregunta: "¿traidores por qué? No se fueron por problemas políticos, sino económicos; quieren representar a su país. Además, ya vienen? a gastar dinero". Uno dice que los peloteros empezaron a irse con el Período Especial y la despenalización del dólar. "Euclides Rojas, René Arocha?".
Me acerco a la peña deportiva del Parque Central con la idea de promover el tema de los cubanos en Grandes Ligas y la posibilidad de que los llamados "desertores" se reincorporen al equipo Cuba, pero llego tarde, ya discuten sobre eso. "Aroldis Chapman dijo que jugaría por Cuba", comenta un aficionado. "Sí, pero no es tan fácil, hay que ver si los dueños de equipos allá los dejan", opina otro.
A la pregunta de si quienes se fueron y ahora juegan en las Mayores son traidores o no, un señor me responde con otra pregunta: "¿Los dominicanos que juegan en las Grandes Ligas son traidores?"
"Ellos, después, representan a su país y, además, dan dinero para academias de pelota. Esos cubanos se fueron porque aquí no ganaban nada; uno de los errores del socialismo es querer que todos tengan lo mismo. Yo soy licenciado (no dice en qué), me he quemado las pestañas, tengo un montón de postgrados. Cualquiera de esos que les caen atrás a los turistas tiene más que yo", añade.
"Nos pasa en todo; mira lo mal que estamos en el voleibol, pero tenemos jugadores afuera, jugando en las mejores ligas y ganando cantidad de dinero", apunta otro.
El licenciado afirma que quienes se fueron nunca hablaron mal del país. Le hago notar que el país es una cosa y el Gobierno otra. Criticar al Gobierno no es criticar al país. "Pero aquí tú sabes que es lo mismo. Además, ellos no hablaron mal de ninguno de los dos", me responde.
Les comento las declaraciones de Ariel Pestano a Play Off Magazine expresando desacuerdo con un equipo Cuba unificado, aunque ahora niega haber dicho lo que se le atribuye en la revista. Alguien salta para asegurar que también vio la entrevista en internet. "Si Pestano dijo eso, su problema; él decidió quedarse, se jodió. Los que se fueron están ganando dinero".
"Cada generación tiene su forma de pensar, son otros tiempos", se calienta el debate. "Tampoco es que todos hubieran podido jugar en Grandes Ligas si aquí no dan la talla". "Cepeda también dice que no está de acuerdo con que todo el mundo juegue junto, que esos traicionaron". "Ese lo que es un muerto, no sé por qué no lo sientan, qué sentido tiene un tercer bate que no batea, se embasa por boleto".
Intento hacerle justicia a Cepeda recordando sus buenas actuaciones en eventos internacionales y en los clásicos previos. "Pero ya su tiempo pasó", dice uno de los aficionados. "Lo tienen ahí por su lealtad política".
"El que habló bien fue Despaigne, él sí quiere que jueguen todos juntos", señala otro. "Hace falta, porque ahora mismo Cuba está en el piso", le contestan.
Opiniones sí, nombres, no. El licenciado me sugiere inventarlos. Antes de despedirse me pregunta: "¿Alguna vez oíste a Fidel Castro llamar traidores a esos peloteros?". Mi turno de responder con una pregunta: "¿no fue él quien eliminó el deporte profesional en Cuba y llamó al béisbol de la MLB 'pelota esclava'?"
"Bueno, era su sistema. Pero las cosas cambian, ahora aquí están dispuestos a cambiar", me dice.
Otro interviene para opinar que la culpa es del bloqueo. Como me ocurrió con los vendedores de libros, no sé si habla en serio. Alguien dice que no se puede seguir mezclándo el deporte con la política.
Pero al fondo de estas decisiones ?que los cubanos jueguen en la MLB (contratados a través de la Federación Cubana de Béisbol) y que quienes abandonaron la Isla y ya juegan en las Mayores, millonarios contratos mediante y ninguna Federación Cubana, puedan jugar por la Isla?, está la política. O más bien, el fracaso de una política.
Quienes abandonaron Cuba bajo una lluvia de piedras, huevos e insultos, prosperaron en los Estados Unidos. Las remesas que han enviado a sus familiares durante décadas han ayudado a sostener este país. Muchos aquí han podido abrir negocios privados gracias al capital de quienes viven fuera.
Los peloteros "vendidos a la pelota esclava" se hicieron millonarios, en contraste con los "dignos" que se quedaron y ahora incluso se les necesita para elevar el desempeño de la selección nacional. Quienes juegan en las Grandes Ligas no solo elevaron su nivel de vida, también su nivel deportivo.
"Sin un equipo unificado, Cuba no clasificará para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020", opina una aficionada. "Son seis plazas, no ocho. Ahora, en el Clásico, si los cubanos hubiesen estado en uno de los grupos de América, no hubiesen pasado a la segunda fase".
No solo el pueblo cubano piensa así. Incluso Antonio Castro, hijo del fallecido Fidel Castro, expresaba en 2013: "Perdemos a esos jugadores porque cuando se van no pueden regresar a jugar con el equipo nacional, ¿por qué?". En 2015, consideró que las Grandes Ligas y las autoridades deportivas de la Isla podrían trabajar unidas para regreso del béisbol a los Juegos Olímpicos, en el contexto de la histórica visita a Cuba de una delegación de la MLB, incluidos los cubanos Yasiel Puig, Alexei Ramírez, José Dariel Abreu y Brayan Peña.
¿No es curioso que el calificativo de "pelota esclava" al béisbol profesional y el reconocimiento de un "futuro promisorio" para las relaciones entre las autoridades deportivas cubanas y las Grandes Ligas tengan el mismo apellido, Castro?
Editorial: Una magnífica noticia de pelota
Publicado en:http://www.diariodecuba.com/deportes/1489622000_29681.html
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