HAVANA TIMES ? Un amigo gay, escritor y fotógrafo, a quien quiero mucho, me invitó anoche a ver la exhibición del documental Villa Rosa, que se realizó en Caibarién, Villa Clara. Este material fue estrenado en la muestra de cine joven de La Habana, y cuenta de manera amena varias experiencias gays.
En este bello pueblo, rodeado de mar, la delegada del Poder Popular es una enfermera transexual; algunos funcionarios del hospital donde trabaja la siguen llamando por su nombre masculino, ella insiste en que es una mujer, y desea ser nombrada como tal, aunque su carné de identidad diga lo contrario.
Allí no existe la homofobia, es como un paraíso, se hace un carnaval acuático con gran colorido, en el que ellos hacen sus diseños, y también realizan shows musicales nocturnos.Tienen una participación activa en la vida cultural de allá, y la gente los ve como lo que son, personas normales. Hay una pareja que mantiene una relación de 10 años, y quieren adoptar un hijo?
Han ocurrido cambios en el país, no obstante, creo que estamos a muchos años luz de la perfección. Según expresa un gay intelectual, ?mientras haya una Constitución inamovible seguiremos en la misma?.
En mi barrio, en la década del 80, hasta los mismos gais se estigmatizaban entre ellos: estaba la dentista, la pájara gorda que le pagaba a los jovencitos para que se acostaran con él; el gay tapiñado, que metía a los tipos por el pasillo de su vivienda de madrugada, porque sus familiares no sabían o no querían conocer de sus preferencias sexuales, y un personaje espectacular y sin recatos: el peluquero, que pregonaba a los cuatro vientos, que él se las metía de todos los tamaños y colores.
En el edificio de enfrente, en un singular apartamento, concurrían a diario gays, lesbianas, también heterosexuales, pero para todos los vecinos era ?La casa de los maricones y las tortilleras?. Casualmente, mi hermana se hizo amiga del homosexual que vivía allí, y comenzó a visitar ese ámbito con frecuencia. Este gay tenía un hermano, que luego sería el padre de sus hijos, y mi cuñado.
El CDR se puso para aquella casa, evidentemente; en una ocasión la Seguridad citó a mi hermana, querían saber sobre aquella gente, todos sus movimientos. Ella, por supuesto, se negó a dar cualquier información.
Al final, la dueña del apartamento decidió mudarse, sin embargo, antes, gradualmente, hubo que aceptar a estos gais y lesbianas o se los tuvieron que comer con papas.
No sabemos cuándo llegará el verdadero cambio para estas personas, el respeto a sus derechos, la condescendencia se refuerza con expresiones como: ?Mira a esos pobres maricones, son así, pero muy discretos? o esta otra: ?Es lesbiana, sin embargo, es tremenda profesional?.
Se tienen que acabar de una vez los prejuicios, pues la tolerancia no es suficiente.
Publicado en:http://www.havanatimes.org/sp/?p=122013
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