El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba publicó en su edición del viernes 27 de octubre un suplemento de cuatro páginas dedicadas al análisis de la economía. Esta vez trató específicamente de la Feria Internacional de La Habana, evento dedicado a "la identificación de oportunidades de negocios, la consolidación de vínculos comerciales y la exploración de nuevos mercados".
Año tras año, esta expo-feria llena de esperanzas al empresariado estatal y centralizado de la Isla. Pero hasta ahí llega todo. Los empresarios extranjeros vienen, miran y se van.
No en balde, junto a la entusiasta crónica de Yudy Castro en la primera página del suplemento, aparecen, entre quejumbrosos e irritados, un artículo de Ariel Terrero titulado "Amenazas de la lentitud", y una entrevista también de Yudy Castro a Déborah Rivas Saavedra, directora general de Inversión Extranjera del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, con el sugerente título de "Las dilaciones que no puede permitirse el desarrollo".
Al parecer nadie se explica las razones por las que "las compañías extranjeras apenas asumen un 6,5% de toda la actividad inversionista prevista" en el Plan Nacional de la Economía del presente año, o que sumadas las nacionales y extranjeras, la tasa de inversiones oscile en torno al 10% del PIB, cuando según experiencias de otros países serían necesarias inversiones equivalentes al 20%.
El colega toca el tema cuando llama la atención sobre los obstáculos internos que afectan el proceso inversionista, algo que también es mencionado en la entrevista de Yudy Castro a la señora Rivas. Pero no son solo dilaciones, excesivos trámites y mentalidades obsoletas las que obstaculizan la inversión; los recién actualizados y aprobados Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el periodo 2016-2021expresan en su numeral 4 que, "en las formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad y la riqueza material y financiera en personas naturales o jurídicas no estatales".
Esto último parece suficiente por si solo para desanimar al inversor más osado. No obstante, las dilaciones y excesivas regulaciones y trámites mencionados en ambos trabajos periodísticos tienen su origen nada más y nada menos que en el carácter planificado y centralizado de la economía nacional.
El estancamiento del proceso inversionista es resultado del estancamiento social y político que nos lastra. Vivimos anclados en una filosofía superada por la historia y un sistema social que pretendiendo ser la suma de todas las justicias, se ha convertido en la esclavitud del hombre por un partido político.
El magnífico trabajo de Terrero termina con un párrafo que merece figurar en una tarja de bronce a la entrada del Palacio Presidencial en la Plaza de la Revolución. "La senda socialista que algunos temieran perder por la alianza con el capital extranjero corre riesgo real de fracaso si Cuba no construye, y administra soberanamente, vías para un desarrollo económico que otorgue puntal a los valores morales y de justicia social que le son inherentes al sistema. Sin prosperidad, el socialismo será siempre una utopía".
En mi opinión, solo cabría acotarle que sin libertad individual no habrá jamás prosperidad.
La pobre inversión extranjera en CubaPublicado en:http://www.diariodecuba.com/cuba/1509967055_35143.html
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