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“Carta abierta a un dictador”: la misiva de una doctora cubana a Raúl Castro
Una doctora cubana, especialista en Medicina General Integral en Santiago de Cuba envió una carta a Raúl Castro, en la que renuncia a seguir ejerciendo profesionalmente como parte del sistema de Salud del Estado cubano, según publicó la UNPACU.
En la misiva, titulada “Carta Abierta a un dictador”, Nelva Ismarays Ortega Tamayo denuncia el sistema cubano para el que trabaja debido a “que viola los más elementales derechos del ciudadano, que golpea hasta a niños, ancianos y mujeres embarazadas, y que usa la medicina con fines políticos, y a los médicos y enfermeras como mano de obra esclava.”
Ortega Tamayo relata en su carta, además, cómo cobró conciencia de la situación que denuncia, la cual viene “madurando hace algún tiempo”.
Por ser militante de la UJC, la Policía política la presionó para que, “como médica, vigilara e influyera a opositores pacíficos que tan sólo buscan el respeto de los derechos humanos. Sus agentes me exigieron que debía colaborar con ellos y darles información de la salud y de todo cuanto supiera del líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer García.”
“Acercarme a la UNPACU y a su líder fue el peor error que cometieron. Si bien es cierto que tenía mis dudas, inconformidades e inquietudes, también es real que, como otros muchos profesionales, solo pensaba en mi carrera como médica y en ayudar a mi humilde y sacrificada familia”, relata el texto de Ortega Tamayo.
La doctora cuenta que el acercamiento hizo que naciera una relación, y que fue entonces José Daniel Ferrer García y la UNPACU, quienes le enseñaron “de dignidad, de derechos humanos, de democracia, de justicia, y de la verdadera y perversa esencia del régimen que Usted encabeza.”
Por esa relación ha sido sancionada varias veces por la dirección de Salud Pública de Santiago de Cuba. “Mi familia ha sido presionada por su policía política para que, a su vez, me presionen y así vuelva al ‘redil”, indica.
Sin embargo, la gota que colmó la copa fue el violento operativo del pasado 11 de febrero contra su vivienda y la de otros ocho activistas de UNPACU. “Esta acción fue con tal violencia que, si no lo hubiese vivido, no lo hubiera creído. Golpearon a muchos. Golpearon a mi abuela, una anciana postrada, y me golpearon a mí con cinco meses de gestación. Nos robaron y rompieron todo. Hasta los alimentos y las medicinas con que curamos enfermos se las robaron sus agentes. También me despojaron de mis medios de trabajo. Todas estas graves acciones y otras similares en días posteriores, en venganza porque hicimos campaña pacífica y legal por el No a su Constitución estalinista para el falso referendo del día 24 de febrero”.
“Pensé que esto sólo podría ocurrir en regímenes como el de Adolfo Hitler y Benito Mussolini”, sentenció.