MIAMI, Estados Unidos.- Primero llamó la atención por un cortometraje de ficción francamente subversivo, Cuca y el pollo, donde el primer premio de cierta carrera deportiva por las calles de La Habana era, apenas, un trozo de carne magra de la mencionada ave de corral.
Después subió la parada del absurdo y el sarcasmo con otro corto, Los bañistas, donde un profesor de natación trata de aleccionar a sus párvulos en una piscina sin agua. Los mismos niños serán sus colaboradores en la venta de carne de res a contrabando por los barrios donde intentan encontrar otra piscina, pero con agua, que nunca estará disponible.
En su primer largometraje de ficción, Melaza, Carlos Lechuga incluye buena parte de ese mundo alucinante, pero suprime el humor. El drama cubano ha dejado de tener el chiste vernáculo, como puerta de salida, que tan caro le costara a Alicia en el pueblo de Maravillas.
(Siga leyendo el artículo de Alejandro Ríos aquí)
Publicado en:https://www.cubanet.org/blogs/cita-con-la-redencion/
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