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Se acuerdan de Nitza Villapol y "Cocina al minuto"
Nitza Villapol, hay muchas cosas que decir y otras que contradecir, es por eso que su biografía se hacía imprescindible. Era necesario hablar sobre su vida, porque al hacerlo, la falsedad y el error, que hasta este momento parecían ser absolutos, con esa rara fuerza generadora, su poder de proliferación y la imposibilidad de control, son enmendados y destruidos, renaciendo así, la verdadera historia. Hablar de Nitza Carmen María Villapol Andiarena es hablar de un maestro.
La idea de maestro no tiene límites. Maestro no es solamente aquel que enseña e instruye, sino también el que ejecuta algún oficio o arte, con dominio y perfección. La obra de un maestro tampoco tiene límites, ni en el tiempo ni en el espacio, sus resultados pueden ser tangibles a corto o largo plazo.
En Nitza Villapol, se aprecian ambos conceptos. Fue creadora en la televisión cubana, durante cuarenta y cuatro años ininterrumpidos, de 1948 a 1993, de un programa educativo, Cocina al minuto, el que desde su aparición en la pantalla chica, fue aceptado por los televidentes. Como escritora, sus libros siempre se han vendido, iniciándose así un distintivo récord de ventas desde la aparición en la palestra pública de su primera publicación: Cocina al minuto, 1950, impreso en los talleres La Habanera, en la calle Mercaderes 208, La Habana. En este lugar imprimió las dos siguientes ediciones de 1952 y 1954, siendo esta última, la primera de varias más, editadas por Martha Martínez.
La obra de Nitza no solo consistía en su creación misma, sino en el fruto que recogía con la instrucción diaria, enseñándonos a comer y a elaborar los alimentos, y que se hace atemporal, cuando aún hoy en día conservamos hábitos que pudimos captar y adquirir con sus métodos de enseñanza, sobre todo, con sus libros, los cuales pretendemos con nuestra labor de rescate, inmortalizar.
Antes de su muerte y aún más después de su desaparición, la reproducción no autorizada de sus libros se hizo extensiva al mundo entero. Se hace por tanto imprescindible, poner coto a este comercio ilícito y, en ocasiones, sin escrúpulos, adulterador de títulos, recetas y hechos en pos de un comercio desmedido.
Es afán nuestro y del poseedor de este legado, custodiar, resguardar y continuar la obra de esta inolvidable maestra, en el ejercicio pleno de los derechos, para así transmitir un conocimiento real y no distorsionado de un nombre que forma parte de la cultura de nuestro país: Nitza Villapol.
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