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"Parecen una diablas", dijo Omar cuando hace siete años comenzó la moda femenina de tatuarse como un maquillaje permanente las cejas y el contorno de los labios.
Milaydi se lo hace por una cuestión de comodidad: "Me levanto por las mañanas y ya no tengo que perder tanto tiempo maquillándome".
Yoana tuvo otras razones. "Cuando salí de la quimioterapia me quede sin vellos en la cara. Y nunca más me han vuelto a salir. Me las tatué de carmelita", dice y enseña su cabello castaño incipiente.
El maquillaje permanente entró a través de las novelas mexicanas y se ha ido perfeccionando con el tiempo. Al principio las tintas eran las mismas que se usaban para tatuar en cualquier parte del cuerpo, y los primeros días pasaban de negro a verde para siempre.
"Ahora, al menos nosotros, traemos de los Estados Unidos tinta especial para maquillaje. Así que el riesgo de alergias es menor", avisa el esposo de Annia, una de las mujeres que se dedica a tatuar a otras mujeres y a la que solamente se llega después de haber hecho la reservacion por teléfono.
La doctora Claudia Reyes no cree que se deban tener reservas sobre
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el tema. "Siempre que en los lugares haya la higiene requerida, la persona que se tatúe no tenga ningún déficit plaquetario y no padezca de ningún proceso de alergia agudo, no deben existir complicaciones. Lo otro son prejuicios sociales y cuestiones de estética." Y asegura que ella no se lo haría.
Las más famosas tatuadoras son Annia, del Vedado; La Rusa, que vive en Lawton y a la que le dicen así porque el mensaje de su contestadora está en alemán; y la de Punta Brava. Los precios son los mismos siempre, 10 CUC por los ojos, 10 CUC las cejas y 10 CUC por los labios.
"La intriga no es tanto por la exclusividad o los precios", cuenta Raquel, una peluquera que ha pasado más de un curso internacional de estética, "es que no es legal hacer ese tipo de tatuaje. Y ahora se están tirando y poniendo multas de 1.500 pesos, decomisando tintas y máquinas. Como si ellos dieran algo..."
"Nosotras aquí ponemos pestañas postizas, hacemos masajes faciales y hasta maquillamos para ocasiones especiales, pero yo particularmente no estoy muy de acuerdo con las permanentes", dice la dueña de la peluquería donde trabaja Raquel, que prefiere no identificarse porque no quiere tener problemas.
"La de Punta Brava es la bárbara", asegura Minerva, que antes de tatuarse hizo casi un estudio de mercado, "pero puede ser inaccesible. Tienes que llamar desde un móvil, después de las 5 pm y no pasarte de las 6. Y corres el riesgo de que si no le gusta tu voz, te planche".
"¿Que no duele?", aclara Minerva. "Pues a mí me dolió muchísimo y sufrí un mundo el de los ojos."
Aldo, quien lleva años haciendo el mismo trabajo, recomienda a las personas de piel negra no hacérselas. "Si a las mujeres de piel blanca se les pierde la tonalidad de la tinta con el tiempo, imagínate qué pasa con las mujeres de tez muy oscura. Pierden el tiempo, las cejas y el dinero. Yo las tatúo después de hacer las debidas advertencias."
El esposo de Annia, cuando las clientes hacen la reservación, informa para seguridad de clientas temerosas: "No se preocupe, que nosotros usamos lidocaina al 10%". Y comienza un rosario de preguntas que cree necesarias: "¿De que color es su piel? ¿Tiene alguna alergia? ¿Padece de las plaquetas?"
"Es que necesito saber que pigmentos usar", explica.
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Annia sí tatúa a todas las mujeres, pero tiene un método que parece infalible. Retoca el tatuaje antes del mes.
Las mujeres tatuadas pierden el maquillarse para cada ocasión. Tratando de simplificarla, hacen que su vida sea más aburrida de lo que ya debe ser.
"No es el mismo maquillaje para la tarde o para una fiesta, que el de ir a un cabaret. Además de lo horroroso que siento que les queda, ellas se quedan con una única opción", comenta Ariadne, que tiene experiencia como maquillista en telenovelas.
Y agrega: "Por ejemplo, aunque el delineador esté muy de moda, todos los maquillajes no lo llevan. Se casan de por vida con ese maquillaje teatral, con lo interesante que puede ser darse una tonalidad según las circunstancias. Pero, bueno, ellas prefieren tatuarse".
"Me veo 'nice', como diría mi yumita", dice Yany, que no se deja fotografiar pero que se siente bella con su rimmel excesivo y sus cejas tatuadas.
Al principio, los tatuajes estuvieron asociados a las mujeres que se dedicaban a la prostitución. Ahora puede verse a muchas amas de casa que, con el ánimo de lucir juveniles, se tatúan.
Publicado en:http://www.diariodecuba.com/cuba/1440284203_16485.html
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