En Cuba, la apertura de la economía a los negocios privados permitió el florecimiento de una clase holgada, que empieza a llamar la atención en un país donde los signos externos de riqueza estuvieron reservados por años a un puñado de privilegiados.
Eddy Relova, de 23 años, exhibe una gorra de béisbol y una gruesa cadena de oro en el cuello, mientras está cómodamente instalado en el “paladar” de un elegante barrio
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de La Habana, con su pareja Valentina y su bebé de nueve meses.
En este pequeño restaurante privado donde se paga en CUC, el peso convertible reservado a las billeteras más abultadas en la isla, el joven explica que no podría pagarse esta comida si no vendiera joyas fuera del sistema estatal, que todavía concentra el 80% de la actividad económica del país.
“El trabajo estatal no te da para poder ir a ningún lugar”, asegura Relova, que antes de dedicarse a su ocupación actual, se ganaba al vida con el “trapicheo de la calle” (compraventa de cualquier mercadería).
Hasta hace poco, solo una pequeña élite compuesta por militares, dirigentes de empresas estatales, trabajadores del turismo o artistas, podían permitirse el lujo de ostentar sus riquezas, como un automóvil o ropa de marca.
Pero hoy una nueva clase adinerada frecuenta los restaurantes y bares en boga en los barrios “chic” de la capital cubana, destacándose entre elegantes diplomáticos y hombres de negocios.
Esto “se ha visto mucho más claro en los últimos cuatro o cinco años, se disparó con la apertura al ‘cuenta propismo’ (trabajo privado)”, explica a la AFP la sicóloga Daybell Pañellas, autora de múltiples estudios sobre ese tema.
Publicado en:https://cubanosporelmundo.com/blog/2016/02/16/nuevos-ricos-cuba/
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