LA HABANA, Cuba.- Dice la voz popular que cuando un hecho comienza a repetirse deja de ser casualidad. El incendio que se produjo este lunes, 20 de febrero de 2017, en la tienda ?La Mezclilla?, en pleno barrio de San Leopoldo (Municipio Centro Habana) es el tercero en menos de un mes en el mismo municipio y en comercios estatales.
El primero de los siniestros ocurrió en un establecimiento dedicado al montaje y venta de cuadros y espejos (calle Subirana, barrio Pueblo Nuevo); mientras el segundo, que tuvo lugar pocos días atrás, fue en el complejo comercial conocido como La Feria de Rayo (calle Rayo, barrio chino), iniciado en el departamento de efectos electrodomésticos.
De manera que el incendio de hoy viene a sumarse a la misteriosa tendencia de ?ignición espontánea? que se está tornando viral en las tiendas del Estado, y que los habaneros más suspicaces relacionan tendenciosamente con las ofensivas de la Contraloría General que se han estado realizando en diferentes empresas y que están poniendo al descubierto numerosos desfalcos, faltantes y corruptelas, especialmente en los centros que comercian en CUC o su equivalente en CUP.
Los amantes de las matemáticas no pueden evitar la tentación de relacionar directamente los incendios con las contralorías, en lo que se resumiría en el siguiente axioma: ?el incremento de las contralorías es directamente proporcional con el de los incendios en los comercios estatales?.
Cierto o no, hasta ahora las causas de estas extrañas candeladas no han sido esclarecidas por las autoridades. De hecho, los referidos incendios ni siquiera han sido reportados en los medios nacionales, quizás porque se les quiere atribuir un carácter accidental y ?local?, o porque ?en medio de las carencias materiales y el descontento social? resulta más prudente no atizar las llamas.
Algunos vecinos de los edificios aledaños a los incendios señalan que los bomberos y otras fuerzas especializadas que han actuado en estos casos les han ofrecido la cuestionable explicación de que posiblemente la antigüedad de las redes eléctricas de los edificios no ha soportado la sobrecarga causada por el ?alto consumo? de estos comercios, lo que ha desatado el fuego inicial en los cables. Dicha versión no convence a nadie, en especial tomando en cuenta que el cableado de los comercios en divisas es independiente y mucho más nuevo que el del sector residencial del propio municipio y, en teoría, fue previamente calculado en función del consumo propio de este tipo de locales.
Por otra parte, el riguroso plan de ahorro eléctrico que se aplica a las tiendas recaudadoras de divisas desde hace poco más de un año sugiere lo contrario: una disminución del consumo. Por ejemplo, es sabido que todas las tiendas están obligadas a cumplir con un plan de ?indicadores energéticos? que no pueden sobrepasar, so pena de perder ciertos estímulos. Esto obliga a apagar los equipos de climatización a partir de un horario anteriormente establecido por la gerencia, a partir del cual empleados y clientes se ven forzados a soportar el calor sofocante en los locales poco ventilados y concebidos para el uso constante de aire acondicionado.
El desabastecimiento crónico de estos comercios en los últimos tiempos, también ha aligerado la carga en el consumo, al quedar apagadas y fuera de servicio numerosas neveras en las que antaño se conservaban los productos congelados, lo que también tiende a debilitar la versión de la ?sobrecarga eléctrica? como causa de los incendios.
Pero ocurre que, además, existen antecedentes notorios que refuerzan los comentarios maliciosos a nivel popular y están alimentando los rumores. Nadie ha olvidado que pocos años atrás hubo un gran incendio en la tienda ?La Puntilla?, y que fue vox populi la autoría del siniestro por parte de algunos empleados que estaban implicados en un descomunal desfalco. Incendiar la tienda fue el recurso más expedito que encontraron para hacer desaparecer las pruebas del delito.
Un caso similar, e igualmente silenciado por las autoridades, fue el fuego que se produjo aproximadamente un año atrás en el sótano de la popular tienda Yumurí (antes conocida como ?La Casa de los Tres Quilos?), sita en la esquina de las calzadas de Reina y Belascoaín, también en Centro Habana, justo en el departamento del mercado, y que algunas fuentes consideraron intencional.
Tampoco es que haya que asombrarse demasiado. La propia historia de Cuba exhibe más de un ejemplo de cómo el disgusto de los criollos se ha expresado a través de las llamas. Así tenemos episodios como el incendio de Bayamo por las fuerzas independentistas, el de la ciudad de Cárdenas, por Narciso López, y la tea incendiaria que arruinó la economía de no pocos hacendados en el siglo XIX, entre otros connotados eventos fruto de la tradición piromaníaca nacional.
En resumen, que ciertos o no los rumores, el caso es que varios comercios estatales de diferentes puntos de la capital están sufriendo en estos días una especie de epidemia flamígera. Si en verdad existiera una relación entre los desfalcos y malos manejos, y los incendios, la Isla en pleno estaría próxima a arder de una punta a otra.
Por las dudas, sería recomendable que en lo sucesivo los señores contralores empiecen a considerar la posibilidad de realizar sus rigurosos controles apoyados por equipos de bomberos, cisternas y carros especializados? A ver si al menos consiguen anticiparse a las llamas.
Publicado en:https://www.cubanet.org/destacados/candela-la-habana-pa-esconder-el-muerto/
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