LA HABANA, Cuba.- Este domingo 17 se constituirán en toda la isla las Asambleas Municipales del Poder Popular, que coinciden esta vez con una de las celebraciones más importantes de la religiosidad cubana. Sólo que ese día la prensa oficial no mencionará al santo religioso ni tampoco a sus devotos. Durante esa jornada los santos serán esos hombres y mujeres de recia estirpe que también cuentan con creyentes fervorosos en sus circunscripciones.
Este domingo 17 la prensa comentará, con cierto fervor religioso, que las constituciones transcurrieron con la venia de un sol que estuvo alumbrando la mañana de cada municipio en todo el archipiélago cubano; y si por alguna razón meteorológica ocurrieran aguaceros y tormentas eléctricas, los perpetradores del periodismo oficial ya tendrán preparadas sus reseñas, esas que, con engolado lenguaje, van a asegurar que ni siquiera las tormentas, ni sus descargas eléctricas, y tampoco los tremendos aguaceros, impidieron que los delegados llegaran a la sede donde se constituyó la asamblea del Poder Popular, gracias a los buenos resultados del proceso más democrático del mundo.
Y si la naturaleza se empeñara en aguar el domingo, los creyentes fervorosos de San Lázaro desandarán las calles como si el santo les diera bendiciones, y llegarán al templo para dejar sus ofrendas y para pedir por el mejor desenvolvimiento, y lo harán con mucha fe; pero se me encoge el alma imaginando a los delegados entripados por el agua y corriendo el riesgo de enfermar por la humedad, por el frío que llegará cuando enciendan los aires acondicionados del paraninfo de esa asamblea en el Cotorro, en Cacocum, en Guisa o en Maisí, cuando las guayaberas blancas y entripadas se fijen a sus cuerpos. ¡Ay qué horror!
Pero? que no cunda el pánico, porque de eso no nos vamos a enterar, al menos por una página del Granma, o del periódico que dirige el Partido Comunista en cada una de las provincias cubanas, y si no lo sabemos es como si no sucediera. Por otro lado quienes no sean constituyentes en alguna de esas asambleas no tendrán necesidad de salir de sus casas, a menos que recorran, caminando, el trayecto que los separa del santuario del Rincón.
Gladys, una mujer de sesenta años que vive en el Cerro, sí que va para el Rincón ese domingo. La única vez que faltó fue hace cuarenta años, y porque desde muy temprano comenzaron los dolores de parto, y ese mismo día parió a su hijo, que ahora vive en Miami y que cada año manda un dinerito extra para que su madre lleve ofrendas a San Lázaro. Yo me consulto con Babalú, y el delegado no me importa. Gladys cree que ese delegado lo único que hace es poner la oreja, poner la cara y luego no resuelve nada, porque no tiene potestad, y concluye: Mi delegado está en Miami y se llama Ramoncito, ¡y como resuelve!
Evelio, quien fue delegado en la primera de todas las elecciones, aquellas que se celebraron en los años setenta, escuchó a Gladys, y terminó asegurando que todo cuanto ella dice es la pura verdad; él asegura que el delegado está atado de pies y manos, que no es más que una figura decorativa que no cuenta con ninguna potestad. El delegado es un lleva y trae, dice, y se marcha con una cara que no me parece muy alegre.
Tamara también es más devota de San Lázaro que de su delegada, esa que salió en la segunda vuelta, y me aseguró que ni siquiera sabía de la constitución de las asambleas municipales que se celebrarán el domingo 17. Ay niño, yo voté pa? que me sacaran el pie de arriba, así dice, y también que con eso se limpió. Ella no lee periódicos ni mira la televisión cubana. Lo mío es ?Caso Cerrado? y las novelas de Telemundo.
Sin dudas la constitución de esas asambleas se llevarán a cabo ese domingo, décimo séptimo día del último mes del año, y la prensa oficial desplegará todas sus fuerzas para convertirlas en el suceso más importante de la vida cubana, para demostrar que son fruto del empoderamiento del pueblo, aunque muchos de los votantes aseguren que es una farsa, y que no traerán la comida a la mesa. Sin dudas la gran mayoría de los votantes cubanos no tienen ninguna fe en esas asambleas ni en la elección de los delegados a las asambleas municipales y provinciales, y mucho menos en la Asamblea Nacional del Poder Popular, ellos saben que allí no se decide nada, que allí solo se refrenda lo que está decidido de antemano.
Quizá por eso los cubanos tienen tanta devoción por San Lázaro, aunque el discurso revolucionario asegure que la religión es el opio de los pueblos. Para los devotos la fe es lo último que se pierde, y esa sensación de quietud y paz no se las ofrece una asamblea municipal. Se dice que la fe va más allá de la razón, y quizá sea así, porque la razón la tienen los que no confían en que la solución de la vida doméstica sea esa sobrevivencia que ofrece el Poder Popular, la fe es otra cosa, es mucho más que sobrevivencia, y esa, no les ha quedado más remedio a los cubanos, se la reclaman más a Babalú Ayé, a un hombre que vestido con harapos y apoyado en un bastón, y no al delegado del Poder popular, porque este último sabe muy poco de la real política cubana, este no sabe nada ni resuelve nada; mientras San Lázaro, así creen los devotos, resuelve hasta lo imposible, incluso las enfermedades, ?y hasta la miseria.
Publicado en:https://www.cubanet.org/opiniones/babalu-aye-o-los-delegados/
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