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Envejecer en Cuba



Es la hora de merienda y una trabajadora social lleva yogur y pan con queso crema para cinco personas al salón con el televisor, donde un grupo de mujeres mayores miran la telenovela colombiana La Nocturna.

Otras personas que participan en este Círculo de Abuelos en la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, en La Habana Vieja, detienen sus partidas de dominó y dejan de leer el periódico para ir a buscar su yogur. Después, muchos se sientan en sillones a disfrutar del fresco que entra por el balcón o regresan a sus juegos de mesa.

Estos círculos son parte de la respuesta del gobierno a un cambio demográfico sin precedentes: el envejecimiento de la población cubana. Se espera que para el 2025, el porciento de los cubanos de 60 años o más aumente al 30 por ciento. En este momento, 20.1 por ciento de la población de la isla tiene más de 60 años, lo que hace de Cuba el país con la población más anciana en las Américas.

Una combinación de factores, como una larga esperaza de vida, baja tasa de natalidad y fertilidad, y factores sociales como la emigración de muchos cubanos jóvenes, significa que la población de la isla se reduce, al tiempo que la cantidad de personas mayores aumenta.

El sistema universal de salud pública de Cuba, combinado con el énfasis en la atención preventiva, ha llevado a que la gente viva más tiempo. La esperanza de vida promedio de los cubanos en la isla es de 76.8 años en el caso de los hombres, y 81.3 años entre las mujeres, según información del 2018 de la Organización Mundial de la Salud. Las dos cifras son ligeramente mayores que las de Estados Unidos.

Entre el 2010 y el 2017, la población cubana se redujo de 11.26 millones a 11.22 millones, y la tasa de fertilidad se mantuvo en menos de 2 hijos por mujer, lo que significa que la población ni siquiera crece al ritmo necesario para compensar los fallecimientos de una generación a otra.

Eso significa además que una cantidad cada vez menos de jóvenes activos en la fuerza laboral deben mantener a una cantidad cada vez mayor de jubilados, algo que demógrafos afirman no es sostenible.

Hace varios años, el gobierno cubano comenzó a aumentar progresivamente la edad de retiro, de 60 a 65 entre los hombres, y de 55 a 60 en el caso de las mujeres. También autorizó que los jubilados trabajaran a la vez que cobraban sus pensiones.

En diciembre del 2018, en medio de los cada vez mayores problemas económicos en la isla, el gobierno aumentó la pensión mínima de 200 a 249 pesos, lo que significa un alza de menos de 10 dólares. Muchos jubilados se quejan de que la pensión apenas les alcanza para sobrevivir.

En un estudio titulado “Envejeciendo en una Ciudad Envejecida” Miguel Coyula, arquitecto y planificador urbano cubano, dice: “Desde la perspectiva de la equidad y la inclusión social, la infraestructura y los servicios en La Habana son inadecuados, más aún para los adultos mayores.

“A esto se suman las barreras arquitectónicas representadas por edificios con entradas de sólo escaleras, sin instalaciones de baño diseñadas para personas mayores o discapacitadas, limitando su acceso y contribuyendo al aislamiento social”, indica Coyula.

“No sé cómo algunos de ellos se las arreglan. Tenemos una mujer que llega aquí en muletas, y vive en un edificio muy alto”, dijo Diamela Vidal Granda, la trabajadora social del programa de la parroquia de la Merced. “Cuando fui a visitarla un día y tuve que subir las escaleras llegué sin aire”.

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