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¿Qué saben los cubanos en la Isla sobre la crisis en Venezuela?
¿Qué saben los cubanos residentes en la Isla sobre la crisis que se vive en Venezuela? A esa pregunta intenta responder este reportaje de ADN Cuba, que incluso llega a mostrar a algunos de los entrevistados imágenes de la grave situación que atraviesa el país sudamericano y que los medios cubanos, desde luego, no emiten.
Sin embargo, como suele ser habitual en este tipo de entrevistas, las respuestas abundan en vaguedades, excusas y navegan mayormente en el ámbito de la desinformación (verdadera o fingida), y el desinterés.
“No sé decirte. No pongo atención a esas cosas”; “¿Y ustedes quiénes son?”; “No tenía idea, no pongo el televisor”.
Preguntar a un cubano en la calle sobre cualquiera tema político, nacional o internacional, sigue siendo toda una faena, según queda reflejado una vez más en este reportaje.
Los dos únicos entrevistados que manifiestan estar al tanto de la situación se colocan en polos opuestos de criterio y, curiosamente, se nutren de fuentes opuestas: TeleSur y “estaciones de afuera”, este último un término genérico empleado en la Isla desde hace décadas para designar a toda fuente de información que escapa al oficialismo.
El que se informa por "estaciones de afuera" responde sobre la situación en Venezuela que es "bastante mala y bastante jodida”, y añade que “Maduro se va con los pies pa’lante o pa’trás, eso seguro”.
Lo anterior supone que el único que es capaz de formular aquella realidad que millones de ojos están viendo a diario en todo el mundo es el que se nutre del “afuera”, es decir, el que escapa a la burbuja informativa en viven los cubanos.
En las antípodas, el anciano que se informa por Telesur, precisa que “Es un pueblo que no se va a rendir” y que el Imperialismo quiere meterse en Venezuela, que es la única visión y versión que oficialmente reciben los cubanos a través de sus medios de prensa.
Más allá de la indolencia y la desinformación sobre el tema, resalta ese miedo tan arraigado entre los cubanos a hablar, tanto, que posiblemente lleve décadas recuperar el impulso pleno del derecho a opinar.