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Crece violencia de menores en barrios marginales
Esta semana hubo un muerto y varios heridos por armas blancas en peleas callejeras del Reparto Eléctrico
Los hechos de violencia extrema continúan alarmando a vecinos de barrios periféricos de La Habana, sobre todo en aquellos municipios, como Arroyo Naranjo, donde se concentran grandes poblaciones con muy bajos ingresos.
Esta semana, varios jóvenes heridos por armas blancas, más uno de ellos fallecido en el lugar de los hechos, ha sido el saldo de una de las últimas peleas callejeras en el Reparto Eléctrico, asociadas a juegos de interés, donde participan cientos de muchachos, algunos de ellos casi niños. Intentan buscarse un dinero que los ayude a solventar la miseria en la que viven o, simplemente, lo hacen porque la hostilidad del medio donde han nacido y se han criado los obliga a insertarse en una cadena infinita de ilegalidades, para ganarse el sustento diario.
Peleas de perros, juegos de azar, campeonatos entre criadores de palomas, carreras de motos o autos y pequeños partidos de futbol o de béisbol no son escenarios para la simple distracción, sino actividades a donde una buena parte de jóvenes y adultos acuden para sumar unos pesos a los escasos salarios o pensiones que reciben del Estado, por largas y penosas jornadas de trabajo.
A la entrada de las escuelas o a la vista de maestros, policías y autoridades del gobierno, a los que parece no importarles la situación, se efectúan las competencias donde ya nadie se oculta para realizar las apuestas o para pelear por el cobro de una deuda.
Midalis Varona, hermana de uno de los muchachos lesionados durante la primera semana del nuevo curso escolar, nos cuenta cómo su hermano, de 14 años, fue agredido con una cuchilla por otro estudiante a raíz de una apuesta, en el campeonato de futbol que se realiza en la plazoleta aledaña a la discoteca del Reparto Eléctrico.
-Eso allí se llena de delincuentes pero él no hace caso. En su aula todos van y se ganan su dinerito y él quiere hacer lo mismo. Se lo he dicho, que no vaya, pero él se escapa. Yo no puedo hacer más. Mi madre no se ocupa de él y mi papá, ni hablar. Mi marido y yo nos hacemos cargo de José (el hermano), pero ya ves, yo también tengo que hacer otras cosas-, dice mientras atiende a su hijo pequeño.
El alcohol, las drogas, la prostitución, la pornografía, los robos con violencia están a la orden del día en los barrios marginales de La Habana. Un fenómeno que poco a poco se va extendiendo por toda la ciudad al punto de encontrarlo en las zonas más céntricas, y hasta en los barrios más exclusivos.
Alexis Hernández, menor de edad, pasó dos años recluido en una prisión de menores por agredir, en estado de embriaguez, a otro niño de su edad y causarle heridas de gravedad que estuvieron a punto de provocarle la muerte. Él también resultó herido, pero levemente. Hace solo unos meses terminó su sanción en una brigada de trabajo obligatorio. Participaba de las apuestas, aunque en otro barrio no de la periferia habanera, sino en el mismo Vedado, donde reside. Reconoce que, a pesar de ser menor de edad, nadie le impedía adquirir bebidas alcohólicas en los comercios del Estado.
-Es que hay de todo… Nadie va a divertirse, todo el mundo va a ganar su dinero. Yo eso no lo veo mal. Hay que luchar. Uno se deja llevar y nada, pasa lo que tiene que pasar…Ese tipo no me quería dar mi dinero. Yo estaba tomado y no lo pensé y le fui pa´arriba…-, confiesa.
Atrapados en el mismo callejón sin salida donde permanecen padres y abuelos al intentar hacer su vida en un país sin futuro, acosados por las inseguridades, obligados a crecer en un ambiente de perpetua sobrevivencia, engañados y traicionados con retahílas de promesas sin cumplir, a una buena parte de los niños y jóvenes cubanos no les quedan caminos para elegir más allá del crimen.