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La cara oculta de la Biblioteca Nacional


Los usuarios de la Biblioteca Nacional amanecieron el 7 de octubre con una noticia inesperada. A partir de ese día y por "no tener la infraestructura tecnológica necesaria" se suspende el servicio de internet hasta nuevo aviso. O sea, una de las poquísimas opciones donde los capitalinos podían navegar de manera gratuita por internet ha sido clausurada. El problema se veía venir, porque las computadoras vietnamitas habilitadas para ese fin, conocidas como "clientes ligeros" por carecer de disco duro y estar conectadas a un servidor central, se fueron deteriorando poco a poco. Al inaugurarse el servicio había 8 máquinas, un buen día solo quedaban 4 y ahora, por haberse roto dos más, le es imposible a la institución seguir ofreciendo tan importante servicio. Pero dicha oferta no es la única que afecta a sus usuarios, pues hace ya casi un mes que los montacargas, con apenas dos años de
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uso y adquiridos por donación, están rotos. De manera que aquellos que desean consultar libros o cualquier tipo de publicación periódica están obligados a visitar el centro solo en la mañana, ya que a partir de las 12:30 p.m. se cierra el servicio de préstamo. Y a esto se suma que todos los lunes en la tarde la Biblioteca cierra para ser fumigada. Pese a que la Biblioteca Nacional cerró dos largos años por motivos de restauración, no ha podido digitalizar en su totalidad su extenso catálogo, y la mayoría de los usuarios deben buscar en viejas y gastadísimas tarjetas numeradas los libros que deseen consultar, sobre todo aquellas publicaciones que entraron a la institución antes de 1997. La restauración no incluyó las oxidadas y viejas ventanas de algunas de sus salas, las cuales se se hacen difíciles de cerrar cuando caen torrenciales aguaceros. En el segundo piso, donde radican
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las salas de Arte, Etnología, Música y de Rusa no tiene habilitadas computadoras donde el usuario pueda consultar el catálogo digitalizado, ya que las computadoras habilitadas (todas eran clientes ligeros) para ese fin se han roto y fueron retiradas de esa inmensa locación. El proceso de digitalización de las más importantes publicaciones periódicas del país, como la revista Bohemia o el deteriorado periódico Revolución, va a paso de tortuga. No solo por lo complejo y delicado de ese proceso, sino porque la institución solo tiene un escáner habilitado para ese fin. En su pequeña mediateca en formato digital pueden consultarse contados diarios nacionales, como el Diario de la Marina entre los años 1947 hasta su cierre en 1960, o el Hoy entre la década del 30 hasta 1965. Sin embargo, los CD del Diario de la Marina no son producto de una paciente labor de digitalización en el país, si


no una donación de la Universidad de Gainsville (Florida) al Archivo Nacional, que la Biblioteca Nacional pidió prestada al Archivo para copiarla y sumarla a su colección. Gran parte de las publicaciones periódicas de la hemeroteca presentan un alto grado de deterioro, como es el caso de importantes diarios de la Cuba republicana como El Mundo o Prensa Libre. Incluso hasta varios periodos del periódico Granma, debido a que nunca fue encuadernado. Ninguna de estas problemáticas se le comentan a muchísimos visitantes foráneos que, de vez en cuando, visitan la Biblioteca Nacional, en su mayoría deslumbrados por tan magnífica construcción inaugurada en febrero de 1958 y obra de una de las mejores firmas de arquitectos que ha tenido Cuba: Govantes y Cabarrocas. A ellos las autoridades solo le muestran la cara bonita de la institución, que ha visto pasar hace ya tiempo sus mejores años.


Publicado en:http://www.diariodecuba.com/cultura/1413186081_443.html

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