“Si fuera joven otra vez no tendría hijos en este país”, dice Ángela Santos, con un dolor visible cruzando su rostro. Cuenta que a su hija Yailén, de 24 años, “la dejaron morir en el hospital General Enrique Cabrera. Le hicieron cesárea el día 24 de julio y le dejaron restos del parto en su interior”.
“Los días siguientes se festeja el asalto al cuartel Moncada”, continúa. “Son días feriados. Los hospitales siguen trabajando, pero aumenta el desinterés y el maltrato. Mi hija se quejaba de dolores en el vientre, pero no le hacían caso. Cuando empezó con fiebre y dolores fuertes era demasiado tarde, había hecho una sepsis generalizada producto de una bacteria que cogió en el hospital. Poco después falleció”.
Ni Ángela ni su hija contaban con los 100 o 150 dólares que posiblemente hubieran salvado la vida de la joven mujer. Eso es lo que cuesta hoy en Cuba tener un “embarazo asistido”. “No hubiera dudado en pagar la cantidad que fuese para que la trataran como es debido”, dice convencida.
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or cada mil nacidos vivos, en el año 2015, ha sido uno de los tantos números que el Ministerio de Salud ha mostrado con orgullo en la prensa nacional así como en foros internacionales. La coletilla “gratuita” no puede faltar en ninguno de estos hitos.
Sin embargo, varias familias refieren que para poder tener un cuidado “mejorado” no pueden faltar los regalos por parte de los pacientes a los médicos. Los sobornos dan algo de seguridad para que no existan contratiempos, ni ocurra una negligencia médica. Muchos conocen el peligro de no tener un amigo médico o alguien en quien apoyarse cuando llegan los dolores de parto.
Un doctor del hospital ginecológico González Coro, en el Vedado, que no quiso publicar su nombre por temor a perder su trabajo, explicó a CubaNet que para él “es vergonzoso aceptar dinero o regalos de los pacientes por ser una ilegalidad, pero todos saben que la carrera de medicina es de sacrificios y muy mal remunerada”.
Pese a que son uno de los sectores mejor pagados en el país, muchos médicos no ven recompensa suficiente por su trabajo, y se desmotivan. No pocos optan por salir de “misión internacionalista” como vía de escape a su situación económica.
“Cuando me traen cualquier cosa a la consulta, por insignificante que parezca, es un dinero que me ahorro, ya sea (en) un jabón, una merienda o una jaba de boniatos”, describe el médico consultado para este reportaje.
“Yo cobro unos 150 dólares por atender los partos de principio a fin, le doy atención personal y especializada, incluso visito a la paciente en su casa; pero tiene que ser alguien de confianza o recomendado por amigos, para no correr el riesgo de quedarme sin empleo, en el mejor de los casos”, detalla finalmente.
Los que pueden pagar esa suma o su equivalente en costosos regalos, pueden gozar de un embarazo asistido. A veces incluye una cesárea programada con suturas especiales para el cuidado de la estética del bajo vientre.
Teresa Castillo, aeromoza, dice que tuvo que cambiar de médico durante su embarazo. “Nos recomendaron uno muy bueno en sus conocimientos y experiencia atendiendo partos, pero no se cansaba de pedir cosas: gomas para su carro, equipos electrónicos para
sus hijos y productos cosméticos para su mujer. Nadie decía nada, pero él y nosotros sabíamos que todo eso se traducía en el pago por sus cuidados especiales.”
Personas como Carlos, un joven informático de 25 años se niega a volver a sentir la incertidumbre cuando esperaba a su primer hijo, los que estimulan a estos doctores para que se esmeren en su trabajo.
“Mi esposa sufrió unas catorce horas de dolores de parto en el hospital. Además tenía la presión sanguínea muy alta, pero eso no parecía importarle a nadie. Cuando la doctora de guardia la atendió ni siquiera se tomó el trabajo de chequearle la presión. Fue una enfermera quien se percató de la peligrosa situación, pero no fue sino después que estaba anestesiada cuando la inyectaron para bajarle la presión”, cuenta Carlos.
“Ese precisamente es el motivo que nos ha llevado a recurrir a un médico de experiencia, quien ha aceptado atender el segundo embarazo de mi esposa por un costo total de 150 dólares. Para nosotros esto ha significado meses de ahorro, pero considero que bien vale la pena. La tranquilidad no tiene precio”, añadió
Publicado en:https://www.cubanet.org/destacados/parir-en-cuba-ya-no-es-gratis/
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