
Pingueros en La Habana, quiebra el silencio que ha acompañado a un tema signado por sus múltiples complejidades. La existencia de un número significativo de varones cubanos, cuyo empleo o búsqueda del sustento diario descansa en el trabajo sexual, resulta un fenómeno que las agendas institucionales y los medios de comunicación prefieren erróneamente ocultar.

En los testimonios de los protagonistas confluyen varones que de niños fueron abusados sexualmente por padres, tíos o amigos cercanos de la familia; tempranas deserciones escolares; adolescentes que tomaron el difícil camino de la emigración hacia la capital; clientes extranjeros con billeteras llenas de euros o jubilados de la isla que, a cambio de cama y comida por una noche, se ganan los favores de algún muchacho recién llegado a la urbe capitalina; algún que otro policía corrupto que por unos CUC los dejará trabajar en su zona; prostitutos cuyo principal objetivo es asegurar la manutención de sus hijos y esposas.
Pingueros en La Habana, como bien señalara su autor durante la charla de presentación en el Pabellón Cuba, no es una investigación hecha para los archivos de la policía. Lógicamente en ella los nombres de las personas y las direcciones aparecen en claves antropológicas. Pingueros… no denuncia, revela; no toma partido ni descalifica, da voz a un grupo de varones que durante más de una década tuvieron en el mercado del sexo al escenario de la novela de sus vidas.