Superado por el Che Guevara y otros asesinos seriales, Raul tiene el merito de ser el único que aún sigue vivo y en libertad.
Raúl Castro asumió la jefatura del estado cubano, hace siete años, y desde entonces han perecido en la isla al menos 200 personas por causas imputables a su gobierno, lo que demuestra que el dictador designado sigue siendo un hombre cruel y despiadado, a pesar de que los tiempos modernos y la situación real del mundo le hayan obligado a darle descanso al paredón de fusilamiento.
Las primeras fotos de ejecuciones en la Sierra Maestra tienen como protagonista a Raúl Castro. No es que fuera el único asesino, entre otros estaban Ernesto Guevara y Ramiro Valdés, pero al parecer el actual dictador gustaba fotografiarse con sus víctimas tal y como hicieron sus pares nazis en el pasado.
El desaparecido comandante del ejército rebelde Lucas Morán Arce, señala en La Revolución Cubana. Una versión rebelde que Raúl es el autócrata por excelencia, una persona desconfiada por naturaleza, y un trabajador incansable, que solo se rodea de incondicionales y que "el Segundo Frente Oriental era un pequeño estado totalitario en el cual la disciplina se fundaba en el terrible drama de la muerte por fusilamiento".
El periodista y también escritor Luis González Lalondry está investigando los fusilamientos masivos del campo de tiro de la Loma de San Juan ordenados por Raúl Castro en la madrugada del 12 de enero de 1959, cerca del monumento donde se firmó el armisticio entre Estados Unidos y España en 1898.
Según declaraciones de sobrevivientes que posee González, de la galera 8 del vivac de Santiago de Cuba fueron sacados 84 presos, que fueron sometidos a una parodia de juicio en la que los jueces eran comandantes de la revolución triunfante.
El proceso duró cuatro horas, todos fueron condenados y ejecutados en masa. Fueron sepultados en fosas comunes que había abierto un buldózer. Inexplicablemente contaron con asistencia religiosa antes de morir. Uno de esos sacerdotes vive en Miami, el padre Jorge Bez Chabebe, que dijo a González: “Fue un espectáculo dantesco que provocaba náuseas”.
Esta masacre fue comentada por uno de los biógrafos de Ernesto Guevara, Jon Lee Anderson, quien señala: “Pese a su reputación de hombre cálido, puede ser impulsivo, dogmático y a veces brutal. En 1959, durante la rendición de Santiago, la segunda ciudad del país, Raúl presidió la ejecución de más de 70 soldados y oficiales que fueron ametrallados y sus cadáveres lanzados a un foso”.
El doctor Armando Lago, un distinguido investigador de los crímenes del castrismo y autor de El costo humano de la revolución social, refiere que investigaciones parciales demuestran que Raúl Castro fue responsable de 550 ejecuciones solo en 1959.
Dariel "Benigno" Alarcón, oficial del ejército re
belde que combatió junto a Guevara en el Congo y Bolivia, dice que en una ocasión Fidel Castro le envió un mensaje a Raúl para que cesaran los fusilamientos porque había quejas al respecto y que escuchó a Fidel comentarle a Celia Sánchez la respuesta de Raúl: "Fidel, no te preocupes, no correrá más sangre, de ahora en adelante ahorco a los enemigos".
belde que combatió junto a Guevara en el Congo y Bolivia, dice que en una ocasión Fidel Castro le envió un mensaje a Raúl para que cesaran los fusilamientos porque había quejas al respecto y que escuchó a Fidel comentarle a Celia Sánchez la respuesta de Raúl: "Fidel, no te preocupes, no correrá más sangre, de ahora en adelante ahorco a los enemigos".
Despues de los años iniciales donde podía darle riendas sueltas a su sed de sangre, Raúl Castro ha sido el principal acusador en todos los procesos "judiciales" de gran relevancia.
En 1959, durante el proceso contra el comandante Huber Matos, fue una especie de Robespierre. Amenazó y coaccionó a Matos hasta que éste que se le enfrentó. También trató de injuriar y desacreditar al abogado defensor Francisco Loriet Bertot .
Hay otros procesos a tener en cuenta como el que se realizó contra la dirigencia del viejo Partido Socialista Popular, conocido como la Microfracción, 1968. Raúl fue quien ordenó a la Seguridad del Estado las medidas a tomar contra los supuestos complotados. Al final del proceso, cuando el terror raulista corría impetuosamente por el torrente sanguíneo de culpables e inocentes, y se esperaba un baño de sangre, apareció Fidel componiéndolo todo y enviando a los inculpados a cumplir sentencias de prisión.
Pero su momento estelar antes de asumir todos los poderes en la isla, fue durante el Caso Ochoa, un proceso en el que fueron juzgados varios oficiales de alto rango, entre ellos generales, que resultó con la ejecución entre otros de Arnaldo Ochoa y Antonio de la Guardia, 1989, y una purga que llevó a prisión o destitución de otros muchos militares.