Paredes en gris, suelos deteriorados y precarias condiciones son las viviendas improvisadas, de las 25 familias que hacen vida dentro de la antigua termoeléctrica Frank País, en Casa Blanco, La Habana.
El tanque de concreto para agua, ahora tiene puertas, ventanas y ropa colgada en la parte exterior, indicó Diario de Cuba, pero no solo el tanque es una vivienda, toda la planta se ha convertido en un recinto social. Fernando Peraza, de 60 años, vivió en el depósito de agua.
“Primero estuvo el antiguo custodio de aquí. Pero el tanque estaba lleno de lona de vidrio y eso le quemó toda la piel. Cuando lo cogí, di manguera de arriba abajo, limpié bien y después abrí los huecos para las ventanas y las puertas”.
“Eso no hay quien lo tumbe. Ahí pasó mi mujer los huracanes Ike y Gustav; yo estaba trabajando fuera de La Habana. El mundo cayéndose afuera y ella tranquilita ahí dentro. Ahora vivimos en el antiguo comedor de la termoeléctrica. En el tanque vive una muchacha con su niña”.
Desde 2001 que la planta no está en funcionamiento, los que en ella hacen vida no están ilegalmente, no se colaron como hacen muchos cubanos por falta de viviendas o porque las suyas están al borde de un derrumbe por la falta de mantenimientos en los edificios.
“En 2004 empezaron a dar los locales a la gente, pero nunca se hizo el cmbio de uso en papeles, declarando que esto se destinaba a viviendas”.
Fernando no es el único en la termoeléctrica, de hecho si alguien llega a preguntar por el lugar, los vecinos lo envían a hablar con él, pero se refieren como “Tabaco” o “Juvenal Antena”, como lo apodan. Es custodio del lugar y el que enciende el motor del agua.
“Había mucho trasiego con el petróleo y la gasolina; no de quienes vivimos aquí, sino de gente de fuera. Le resolvimos un espacio a una policía que estaba sin casa para acabar con eso. Aquí vive incluso un dirigente de la Revolución que se divorció y la casa era de la mujer. No tenía para donde ir y le resolvieron aquí“.
Fernando que trabaja como albañil, contó a Diario de Cuba, que se ha ganado todo trabajando y con intercambios.
“Nadie me ha dado nada. El inodoro lo conseguí porque cambié uno en una empresa; la cocina me la dieron unas personas a las que les hice un arreglo. Me busco el dinero haciendo albañilería. Soy chofer y mecánico. Trabajo solo o con mi esposa. Solo busco ayudando para hacer zapatas, placas…”.
Asegura que si le ofrecen una vivienda afuera, no se iría, con 13 años viviendo allí “me quedo aquí y levanto tremenda casa“.
Agrega que muchos quieren salir pero los enviarían a unos edificios en el reparto Eléctrico que “tienen cantidad de problemas. Sin embargo, ves los que han hecho para los militares y todo está perfecto. Por ahí la gente pasa trabajo con el agua, aquí no falta“.
Aparte del servicio de agua cuentan con transporte y el Hospital Naval está a dos kilómetros de distancia, el consultorio a uno y medio que labora hasta las 5.00 de la tarde. Y en el espacio aún quedan ámbitos que pueden servir para construir más viviendas para otras familias necesitadas.
Redacción CPEM / Con información de Diario de Cuba
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