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El pueblo de Cuba se está envenenando masivamente y no lo sabe



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Supe del asunto por un artículo de Dimitri Prieto que me remitió alarmado un amigo residente en España.

El texto —publicado el pasado 12 de noviembre del 2016 por Havana Times y que he utilizado parcialmente ahora—, me impactó de tal forma que llegué a dudar de lo que afirmaba. Con el objetivo de investigar más acerca del tema conversé con un ingeniero civil que me confirmó lo dicho por el periodista acerca de la alta nocividad del material conocido como asbesto-cemento, usado en Cuba para la fabricación de tejas, depósitos de agua y tuberías.

Me resisto a creer que las autoridades sanitarias cubanas y los técnicos de la construcción desconozcan la relación que existe entre ese material y el cáncer. Quien se tome el trabajo de leer la prensa oficialista después del paso del huracán Matthew por la región más oriental del país comprobará que la cantidad de tejas de ese material entregada a los damnificados por el huracán es significativamente alta, lo cual es alarmante si tenemos en cuenta que el cáncer es una enfermedad de gran incidencia en Cuba. ¿Acaso no es un derecho humano tener una vida saludable, desprovista de peligros como el estar expuestos a contaminaciones semejantes?

Un poco de historia

En Londres fue descrito en 1906 el primer caso de fibrosis pulmonar provocado por el asbesto en una trabajadora de 33 años de una empresa textil. Desde 1935 se conocen los primeros trabajos científicos que relacionan la exposición al asbesto con el cáncer de pulmón y desde la década de los años cuarenta del pasado siglo varios países europeos adoptaron severas medidas sanitarias para vigilar la incidencia de la enfermedad en los trabajadores relacionados con el uso industrial del mineral.

Desde el año 2005 la Unión Europea prohibió el uso del asbesto debido a que no se evapora en el aire, ni sus partículas se disuelven en agua, permaneciendo suspendidas por largo tiempo antes de sedimentarse. Generalmente no se degradan y permanecen en el medio ambiente por años, exponiendo a quienes las respiren.

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), como diversas instituciones han alertado sobre la elevada mortalidad provocada por el uso de productos derivados de ese mineral, prohibido en numerosos países.

En el 2004 se firmó el Convenio de Rotterdam, firmado por más de cien estados, entre los cuales parece que no se encuentra el nuestro atendiendo al uso extensivo de dicho mineral en la industria de los materiales de construcción cubana. Dicho

convenio prohibió el uso del crisotilo, que es el amianto blanco. Hasta el 2005, Cuba no era parte del Convenio.

El asbesto (o amianto) es el nombre asignado a un grupo de seis materiales fibrosos diferentes que se hallan en la naturaleza y se conocen como el amianto marrón, el blanco, el azul, el amianto tremolita, el amianto actinolita, y el gris. Las excelentes propiedades del amianto y el relativo bajo costo de su extracción explican su amplio uso industrial en materiales de la construcción y en las industrias automovilística y ferroviaria.

Su uso en Guantánamo

Como otras ciudades cubanas Guantánamo no escapa al amplio uso de objetos fabricados con asbesto-cemento, siendo los más conocidos las tejas de fibrocemento y los tanques de agua cuya presencia es casi absoluta en los edificios públicos y en las viviendas.

Solamente en los últimos años, una exigua cantidad de tanques plásticos azules y negros, que se venden a precios comprendidos entre los 900 y 2 000 pesos (la última cantidad representa unos 80 dólares, sumamente alta en comparación con el salario promedio alrededor de 500 CUP) comienza a verse en algunos techos de la ciudad.

Preguntado sobre esto, el ingeniero civil consultado por este reportero, bajo la condición de no revelar su identidad hizo esta observación: “Es cierto que desde hace décadas se conoce la relación entre el uso del asbesto-cemento —que aquí conocemos mayormente como fibrocemento— y el cáncer de pulmón, pero la mayor incidencia de dicha enfermedad aparece en quienes trabajan vinculados a la industria de materiales de la construcción donde se usa ese mineral. Tengo más de veinte años de experiencia en el sector y no conozco de ningún estudio serio vinculado a esta problemática que se haya realizado en Cuba. Lo que sí te puedo asegurar es que dada la situación económica nuestra dudo mucho que se prohíba el uso de dicho material en nuestro país”.


No obstante lo dicho por el ingeniero, es contradictorio que las autoridades cubanas continúen permitiendo el uso extensivo de un material probadamente nocivo, privilegiando el aspecto económico en detrimento de la salud del pueblo.

Si su casi absoluta presencia en los hogares e instituciones públicas cubanas guarda relación o no con la alta incidencia del cáncer en nuestro país, es algo que los cubanos de a pie desconocemos, pues la prensa oficialista jamás ha abordado el asunto. Quizás después de la publicación de estos artículos lo haga. Ella, que asegura ser una defensora de los intereses del pueblo tiene ahora, ¡una vez más!, la oportunidad de demostrarlo.
Para Facebook



Publicado en:https://www.cubanet.org/opiniones/las-autoridades-no-lo-saben/

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