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Cubanos: Nosotros y el Mundo




Para muchos de nosotros, Cuba, es el mundo. Emigramos, pero la llevamos con nosotros. Si hace cientos de años, en el descubrimiento del nuevo mundo o encontronazo entre dos culturas, el viejo mundo, vino a nosotros, ahora nosotros vamos al mundo, conquistándolo, cubanizándolo. Pintamos el mundo de azul rojo y blanco, lo hacemos nuestro. Cambiamos pinos, por palmeras, nubes, por cielo azul.

Somos capaces de cambiar la configuración de Europa en el mapa mundial.  Poco a poco, se asemeja a un gran caimán, tendido entre el Atlántico y el Mediterráneo. La Florida, tan cercana a nuestra islita, se llena de palmeras, de cubanos, que traen al hombro, un saco repleto de sueños, decididos a hacerlos realidad. En cada balsa que llega a sus costas, viene un pedacito de Cuba, a afincarse y crecer.

No necesitamos cincel y martillo, para rehacer costas y limites. No usamos dinamita, ni gigantescos taladros. A golpe de música, ron, café y trabajar duro, expandimos nuestra isla. Nos vamos de Cuba, pero la inventamos y recreamos, donde quiera que lleguemos. Hacemos del mundo nuestra islita y de nuestra islita el mundo.

Conquistamos el mundo, con una sonrisa y el mundo se deja conquistar, no se resiste, no podría. Llegamos un día a Miami, de aquella ciudad, solo queda el recuerdo, la hicimos crecer, ampliarse, desbordarse. Hoy, la compartimos orgullosos, con muchos.

Miramos el mapa del mundo y vemos Cuba donde quiera. No creemos en geografías, limites ni fronteras. Para conquistar el mundo, no necesitamos arcabuces, ni ejércitos. Ponemos a bailar nuestra música a todos. Los invitamos a un trago de ron o a un buen café y ya son nuestros. Si alguien se resiste, le damos un abrazo, le pasamos el brazo por el hombro y le hablamos de Cuba; le ponemos, para siempre, nuestra isla, en el alma!

Los cubanos, no creemos en Tsunamis, ni cataclismos. Si algún día ocurriera una nueva glaciación, si el calentamiento global aumentara. Nuestra islita sabría arreglárselas para sobrevivir, para mantenerse a flote. Tal vez entonces las balsas vengan del norte o desde Europa, a buscar refugio en la islita que sobrevivió a todo. Pedacito de tierra que el amor, hizo insumergible, capaz de vencerlo todo y de crecerse en el recuerdo y en el alma, para albergar al mundo.

Aprendimos a reírnos de todo, a no darnos nunca por vencidos, somos capaces de convencer a cualquiera que Cuba limita al norte con Groenlandia y al sur con Australia. Cambiamos el mapamundi, en una isla gigantesca, un gran caimán, tendido al mar.

Al final, para todos nosotros, el mapa del mundo, cabe en nuestra isla. Cuba, cabe, toda, en nuestros corazones. Cambiamos acentos, incorporamos nuevos platos a nuestra cocina, nos incorporamos al mundo. Así, ciudadanos del mundo, nos es más fácil conquistarlo, cubanizarlo. Todos llevamos en el pecho, una banderita roja, azul y blanca que ondea a vientos de esperanza. Hacemos del mundo Cuba y allá nos vamos, a andar el mundo, a conquistarlo. Donde quiera que estemos, llevamos a Cuba con nosotros, plantamos nuestra bandera, hacemos al mundo nuestro y a nosotros, el mundo.

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